Riesgos para el feto – La infección renal en embarazadas está muy relacionada con las complicaciones que pueden aparecer tanto en el parto como en la propia gestación del feto, ya que eleva el riesgo de tener un parto prematuro y contracciones prematuras, puede retardar el crecimiento intrauterino, eleva el riesgo de que se rompan las membranas del útero y, en algunas ocasiones, se ha llegado a relacionar con casos de muerte fetal,
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Contents
- 1 ¿Que no se debe comer durante una infección urinaria?
- 2 ¿Por qué se dan las infecciones urinarias en el embarazo?
- 3 ¿Qué tan grave puede ser una infección en los riñones?
- 4 ¿Por qué se da la infección en los riñones?
- 5 ¿Cómo afecta la preeclampsia a los riñones?
¿Qué puedo tomar para la infección de los riñones si estoy embarazada?
Las infecciones del tracto urinario aumentan el riesgo de lo siguiente: El tratamiento de las infecciones de las vías urinarias consiste en antibióticos. Los médicos suelen utilizar la cefalexina, la nitrofurantoína o la combinación trimetoprima-sulfametoxazol.
- Nitrofurantoína y trimetoprima/sulfametoxazol se utilizan solo durante el primer trimestre, cuando no hay otras alternativas disponibles.
- Las mujeres que han tenido más de una infección de la vejiga o una infección renal deben tomar antibióticos durante todo el embarazo para prevenir posteriores infecciones del sistema urinario.
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¿Qué tan grave puede ser una infección urinaria en el embarazo?
Tipos de infecciones de orina en el embarazo – En el caso del embarazo existe un factor que hace recomendable la realización de un cultivo de orina sistemático en el transcurso del primer trimestre. Se trata de la posible existencia de lo que se denomina una bacteriuria asintomática, que se produce en el 2-10% de las embarazadas y que se caracteriza por una importante colonización bacteriana de la orina sin que ello suponga la existencia de los síntomas habituales de la infección de orina, Se ha podido constatar con la experiencia clínica es que el 25% de estas mujeres, en el caso de no ser tratadas con antibióticos pueden desarrollar una pielonefritis aguda, es decir, una infección que afecte al riñón y cuyas complicaciones pueden ser graves, entre ellas la de desarrollar una insuficiencia renal.
Este riesgo es aun más importante si la infección está producida por la bacteria Streptococo Agalactiae, que se asocia a un mayor riesgo de una inflamación de las membranas (placenta y corion) y sepsis neonatal precoz, dos cuadros clínicos muy graves que pueden comprometer la vida de la madre y el feto.
La cistitis aguda, por otra parte, se produce en un 1,5% de las gestantes y sus síntomas más habituales son:
Una micción frecuente, a veces dolorosa y generalmente con sensación de urgencia. Problemas para vaciar vejiga. Ocasionalmente fiebre y dolor en la zona superior del pubis o en la lumbar.
La pielonefritis aguda afecta al 1-2% de las mujeres embarazadas y con mayor frecuencia se produce en el segundo o tercer trimestre. Puede afectar a uno o los dos riñones y se manifiesta con fiebre, náuseas, vómitos y dolor en los costados y la espalda, pero lo habitual es que no se tengan los síntomas habituales de la cistitis.
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¿Qué pasa si tengo problemas de riñón en el embarazo?
Resumen Presentamos el caso de una paciente embarazada con enfermedad renal crónica en estadio avanzado, que ameritó inicio de terapia sustitutiva de la función renal debido a la uremia y la retención de líquidos, en mal estado general a sus 20 semanas de gestación, referida tardíamente para su atención. Sin embargo, fue posible mejorarle su condición general en todos los aspectos, permitiendo llevarla hasta las 38 semanas con un parto vía abdominal, programada electivamente, con resultados favorables para el recién nacido que superan las estadísticas descritas en este tipo de pacientes. El presente caso se acompaña de una revisión. Palabras clave: Embarazo Enfermedad renal crónica Uremia Hemodiálisis Abstract The case is presented of a pregnant patient at 20 weeks gestation with chronic renal disease in advanced stage and in poor general condition, which required initiation of renal replacement therapy due to uremia and fluid retention. Although her referral was delayed, it was possible to improve her general condition in all aspects, allowing her to have an electively scheduled abdominal birth at 38 weeks, with favorable results for the newborn that exceeded the statistics described in these patients. This case is presented along with a review of the literature and a critical analysis of the management of these patients. Keywords: Pregnancy Renal chronic insufficiency Uremia Hemodialysis Texto completo Introducción El embarazo es un proceso fisiológico que implica cambios en el organismo, con adaptación del sistema cardiocirculatorio y renal a la expansión de volumen asociada; sin embargo, cuando un paciente padece una enfermedad renal crónica y pierde la capacidad de diuresis, sobrevienen la acumulación de toxinas urémicas, una mayor expansión de volumen y desequilibrios electrolíticos, cuya persistencia pueden resultar mortales, por lo que se vuelve necesario el inicio de sustitución de la función renal, la que en el contexto de un embarazo plantea un reto terapéutico por mantener en óptimas condiciones a la madre, sin afectar el desarrollo del feto y sin provocarle complicaciones derivadas de la terapia. Presentamos el caso de una paciente embarazada con enfermedad renal crónica avanzada, sometida a hemodiálisis para mejorar su condición y evitar la pérdida fetal, con un desenlace favorable que supera las estadísticas publicadas en casos. Caso clínico Se trata de una paciente de 23 años, mexicana, sin historial de abortos, con antecedente de preeclampsia en embarazo previo, en cuya ocasión, bajo control prenatal, no se había informado a la paciente de ningún contratiempo médico, desconociendo problema renal alguno, aunque un examen general de orina reportaba proteinuria de 100 mg/dL. Finalizó su embarazo con producto nacido vivo por vía vaginal, eutócico, con bajo peso, sin complicaciones durante el parto, sin seguimiento posterior ni estudio de la función renal, con un período intergenésico de 24 meses. Esta vez acudió a nuestra unidad, referida de una institución de seguridad social para ser atendida con una sesión semanal de 3 h. En el interrogatorio refería náuseas persistentes, prurito generalizado y fatiga de 16 semanas de evolución, teniendo un volumen urinario de 300 ml/24 h, con un ultrasonido realizado 2 meses antes, reportando 12 semanas de gestación y polihidramnios moderado; al examinarla obtuvimos: PA 145/94 mmHg, FC 112 lat/min, FR 26 ciclos/min, peso 51,7 kg, con palidez facial y palmar 3+/4+, hálito urémico, con ortopnea y trepopnea, huellas de rascado en el tórax, catéter subclavio izquierdo, pulmones y corazón sin anormalidades, abdomen prominente ocupado por útero grávido, con frecuencia cardíaca fetal de 140 lat/min, extremidades con edema grado i con fóvea, sin dilataciones varicosas visibles; sus pruebas de laboratorio reportaban un valor de creatinina de 7,1 mg/dL, nitrógeno ureico sanguíneo 168 mg/dL, sodio 143 mEq/L, potasio 5,6 mEq/L, calcio 7,6 mg/dL, fósforo 5,6 mg/dL, hemoglobina 7,2 g/dL, ácido úrico 9,1 mg/dl y albúmina sérica 2,4 g/dL (ver figura 1 y tabla 1 ). Se solicitó a las autoridades del IMSS el otorgamiento de al menos 5 sesiones semanales, cumpliendo 17,5 h/semana, con flujo dializante a 500 ml/min, flujo sanguíneo efectivo 350 ml/min, solución 2K, calcio 2,5 mEq/L, sodio 137 mEq/L, bicarbonato 28 mEq/L, temperatura 37 °C, heparina sódica 2.000 UI/sesión, se usó filtro de polisulfona de alto flujo F80A, con reutilización un máximo de 8 veces, con lo cual se logró mantener estable, con un nivel de nitrógeno ureico sanguíneo < 30 mg/dL, Kt/V 1,44, URR 74%, PTH 62 pg/mL, optimizando los niveles de presión arterial aproximándolos lo más posible a la normalidad, sin uso de medicamentos; se prescribió una dieta hiperproteica hipercalórica alta en frutas para mejorar el estado nutricional, los niveles de proteínas séricas y evitar hipocaliemia asociada a la terapia dialítica diaria, mejorando las cifras de hemoglobina hasta 10,8 g/dL con eritropoyetina humana recombinante 12.000 UI/semana; se administraron 12 mg de betametasona en una ocasión a las 28 semanas, para favorecer la maduración pulmonar fetal debido al alto riesgo de parto pretérmino; durante los tratamientos dialíticos se mantuvo una prescripción de su terapia dinámica, modificando la ultrafiltración de manera progresiva acorde a la ganancia de peso estimada por semana durante la gestación ( fig.2 ), basado en la fetometría de los reportes sonográficos y considerando la cantidad de líquidos ingeridos, la estimación de masa magra y grasa semanal, manteniéndose con PAM 84 ± 10 mmHg, FC 83 ± 9 lat/min, FR 19 ± 2 ciclos/min; nunca presentó un episodio hipotensivo ni complicaciones durante las sesiones. El resultado fue favorable, a las 38 semanas, una cesárea programada, con un recién nacido que pesó 2.400 g y midió 47 cm, con APGAR 9 (5 min) y escala Silverman 0, sin complicaciones maternas ni fetales, superando la estadística descrita en la literatura; la paciente fue cambiada a modalidad peritoneal 2 meses después de su parto. Discusión La enfermedad renal crónica es vista en aproximadamente el 4% de mujeres en etapa reproductiva, e incluye tanto enfermedades renales primarias como secundarias a un trastorno sistémico 1,2, Sin embargo, la asociación de enfermedad renal crónica avanzada (ERCA) en estadio 5 y gestación es un hecho infrecuente, con una incidencia variable, entre 0,002 y 0,01% según las series 3 ; no obstante, en México existe un estudio que reporta una incidencia de 0,33% en una serie de 47 pacientes atendidas en tercer nivel 4, lo que parece representar un subregistro de pacientes gestantes con sustitución de la función renal, ya que la frecuencia de embarazos de mujeres en hemodiálisis está aumentando desde un 1 a un 7%, según las publicaciones más recientes, siendo diferente en los distintos países del mundo, dependiendo del nivel de acceso a los servicios de que dispongan las mujeres 5–9, En nuestro caso, la paciente tenía acceso a los servicios de salud tipo seguridad social, sin embargo, su referencia fue muy tardía, lo que suele suceder en estos casos debido al retraso en el diagnóstico por las irregularidades menstruales que suceden en esta población, así como a deficiencias del sistema de salud, marcado por la demora en la asistencia médica de la especialidad en la paciente, una vez hecho el diagnóstico, a pesar de constituir un embarazo de alto riesgo. En ERCA la edad gestacional promedio de diagnóstico del embarazo sucede pasado el primer trimestre, tal y como se refleja en las series de casos publicadas 4,10, lo cual es preocupante, considerando que el período de organogénesis y mayor replicación celular sucede en un contexto ignorado, predominando los altos niveles de toxinas urémicas circulantes y desequilibrios hidroelectrolíticos, los que precisamente han sido vinculados de manera directa al bajo peso y parto pretérmino. Este panorama evidente en los sistemas sanitarios repercute en la morbimortalidad, ya que las mujeres con enfermedad renal tienen una mayor frecuencia de resultados adversos maternos y fetales durante el embarazo, comparada con mujeres sin enfermedad renal (p < 0,0001), representando esta un factor de riesgo independiente de complicaciones maternas como preeclampsia, eclampsia, hipertensión crónica, anemia, diabetes, enfermedad pulmonar y cardíaca (OR 4,07), complicaciones fetales como prematuridad, bajo peso al nacer y muerte neonatal (OR 1,76) 11, Nuestra paciente acudió con un embarazo avanzado a la clínica de hemodiálisis, a pesar de lo cual fue posible modificar el curso e impactar positivamente en su desenlace, ya que se corrigió la anemia, se mantuvieron bajos los niveles de toxinas, lo que permitió corregir su polihidramnios, y se logró controlar la expansión de volumen reduciendo al mínimo el riesgo de hipertensión, preeclampsia e insuficiencia cardíaca, lo que provocó un resultado favorable en el bebé en el momento del parto. Muchas de las complicaciones asociadas al embarazo en ERCA pueden ser evitadas al ser detectadas tempranamente, realizando los ajustes necesarios en sus tratamientos, modificando así el curso de su embarazo y los resultados en el recién nacido; al respecto, está bien demostrado que el nivel de toxinas circulantes juega un papel importante en el peso al nacer y la edad gestacional alcanzada en el momento del trabajo de parto. Considerando el alto riesgo al que se exponen la madre y el recién nacido, se ha realizado una comparación entre los resultados de concebir antes o después de iniciada la terapia de sustitución de la función renal, encontrando una mayor tasa de nacidos vivos en los primeros (91 versus 63%; p = 0,03), esto como resultado de una mayor pérdida de embarazos antes de las 20 semanas en los últimos, con una edad gestacional promedio de 33,8 semanas y un peso al nacer de 1.750 g 12 de media. Esto pone en evidencia la utilidad de conservar una mínima función renal residual en las mujeres que concibieron antes de iniciar la diálisis, manteniendo el cuerpo con menor nivel de toxinas que potencialmente generan efecto fetotóxico. En nuestro caso, aunque la paciente concibió antes de iniciada la hemodiálisis y tenía volumen urinario, este era mínimo y sin aclaramiento de toxinas, evidenciado por el nivel de uremia al ingreso, el polihidramnios y los edemas, por lo que los resultados pueden atribuirse a los cambios realizados una vez iniciada la sustitución de la función renal. El resultado de conservar parcialmente la función renal en el momento de concebir ha sido reproducido al comparar pacientes en diálisis, con trasplantadas renales (quienes conservan la función renal por su injerto) y con gestantes normales, durante un período de 13 años (2000-2012), encontrando una alta prevalencia de mortalidad infantil, siendo 10 veces más baja la probabilidad de parir un recién nacido vivo estando en diálisis (incidencia 0,7-1,1 por 1.000 mujeres) que en trasplante renal (5,5-8,3 por 1.000 mujeres), así como un peso al nacer y una edad gestacional más baja en los niños provenientes de madres en diálisis que en pacientes trasplantadas renales (peso: 1.200 versus 2.500 g; edad gestacional: 30 versus 36 semanas; p < 0,001), sin existir diferencias significativas entre las trasplantadas renales y las gestantes normales 13, Por tanto, no basta con conservar volumen urinario en la paciente, sino que sus riñones sean capaces de depurar las toxinas, porque los resultados favorables están vinculados a la eliminación efectiva de estas, más que a la eliminación de líquido en la orina. La acumulación de toxinas urémicas desencadena una intoxicación sistémica fetal, con retraso en la proliferación celular e hipodesarrollo de los órganos y tejidos, lo que provoca restricción en el crecimiento intrauterino, polihidramnios e inmadurez pulmonar manifestados por insuficiencia respiratoria en el momento del parto; por tanto, el tratamiento va enfocado a crear un ambiente «normal» para el feto, libre de toxinas acumulables, aunque su madre padezca ERCA. Basado en este principio, y considerando el contexto de una mujer que estando en hemodiálisis se queda embarazada, se debe prestar atención al período interdialítico, en el que se sobrepasa por mucho el nivel deseado de 45-50 mg/dl prediálisis, para reducir las complicaciones; por esto, se vuelve necesaria la intensificación de sus sesiones desde las 9 h semanales que normalmente se les prescriben, hasta 20 h semanales, existiendo una correlación directa entre la intensidad de diálisis y la mayor edad gestacional alcanzada, el mayor peso del recién nacido y el menor número de complicaciones 4,5,14,15, Esto es importante tenerlo presente, como médico en un primer y segundo nivel de atención, para una referencia oportuna de la paciente al especialista, ya que los partos prematuros afectan al 83% de los recién nacidos vivos, siendo estos de bajo peso y de una edad gestacional de aproximadamente 32 semanas o menos 16–18, El primer embarazo a término con éxito de una paciente en tratamiento con hemodiálisis fue descrito en 1971 por Confortini et al.19, Afortunadamente, el porcentaje de gestaciones con éxito es cada vez mayor, siendo, según distintas series, superior al 70%; sin embargo, existe un aumento de la morbimortalidad maternofetal muy alto en comparación con la población normal, derivado de lo comentado con anterioridad 5,20, Un embarazo en una paciente con ERCA tiene un alto riesgo de complicaciones significativas, como anemia, polihidramnios, oligohidramnios, diabetes gestacional, abortos, partos prematuros, hipertensión, preeclampsia, eclampsia, peritonitis eosinofílica estéril, bajo peso al nacer, anormalidades congénitas fetales, muerte fetal, distrés respiratorio y muerte neonatal temprana 17, siendo más frecuentes los resultados adversos en los recién nacidos cuando las pacientes embarazadas tienen preeclampsia (p < 0,001), un hematocrito más bajo en el tercer trimestre (p = 0,03), y un nivel más alto de urea sérica prediálisis (p = 0,03) 21, Las principales complicaciones maternas en el embarazo con enfermedad renal crónica son los trastornos hipertensivos y el polihidramnios, los cuales se vuelven más manifiestos en las pacientes con infradiálisis o no sustituidas a pesar de ameritarlo. Aquí es importante mencionar el subregistro a nivel mundial que existe de la enfermedad renal crónica, lo que ocasiona embarazos en mujeres con dicho padecimiento sin ser detectadas; México no escapa a este panorama, siendo quizá peor que en otros países, tomando en cuenta las principales etiologías de enfermedad renal crónica y considerando la alta prevalencia de problemas metabólicos como obesidad, diabetes e hipertensión desde temprana edad en su población, como lo revela la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, con un incremento progresivo en las prevalencias desde el año 2000, 2006 y 2012, tanto en adultos como en población joven. El desarrollo de hipertensión durante el embarazo incrementa la probabilidad de deterioro de la tasa de filtrado glomerular; mujeres con reducción en la tasa de filtrado glomerular durante el embarazo tienen 3 veces más alta prevalencia de hipertensión que las pacientes con función renal estable. La muerte fetal es también entre 2 y 3 veces más alta en pacientes hipertensas que normotensas 22,23, Aproximadamente un 80% de las mujeres en hemodiálisis que quedan embarazadas tienen hipertensión arterial o requieren medicación antihipertensiva en algún momento de su embarazo, ya que la hipertensión no controlada es un serio riesgo para la madre y debe ser rápida y apropiadamente controlada, manteniendo tensiones diastólicas por debajo de 80-90 mmHg para reducir complicaciones, sin reducir la perfusión uteroplacentaria 5,24,25, La patogénesis de la preeclampsia está relacionada con la disfunción endotelial asociada a niveles elevados del factor soluble fms-like tyrosine kinase 1 y niveles reducidos de factor de crecimiento placentario y factor de crecimiento endotelial vascular 26, por tanto, su adecuada identificación es importante para reducir complicaciones derivadas de una excesiva ultrafiltración transhemodiálisis. La incidencia de polihidramnios ha sido estimada en un 30 a un 70%; resulta variable dependiendo de la adecuación de la diálisis en las pacientes y sus niveles circulantes de urea, ya que a esta complicación se ha asociado una diuresis osmótica fetal secundaria 21,27, por lo que una buena diálisis con niveles de urea bajos en la madre garantiza la ausencia o corrección de este problema. En nuestra paciente, afortunadamente logramos llevar a rangos normales el líquido amniótico (ILA 18), sin embargo, cuando la paciente se somete tardíamente a sustitución renal, desarrollan polihidramnios en parte por la uremia y la expansión de volumen materna que contribuye a su formación, sumado a la escasa participación renal fetal en esa etapa gestacional; de aquí surge la importancia de la detección temprana del embarazo para reducir esta complicación. En cuanto a la modalidad de sustitución de la función renal en pacientes con ERCA, existe una mayor tasa de embarazos logrados en las pacientes en hemodiálisis que en diálisis peritoneal, según datos revisados de una amplia cohorte norteamericana de pacientes con ERCA tanto en hemodiálisis como en diálisis peritoneal, encontrando una mayor tasa de sobrevida fetal al concebir antes que después de iniciada la sustitución (73,6 versus 40,2%), esto, asociado a la prematuridad, presente en el 84% de los recién nacidos de esta cohorte, sin encontrar diferencias significativas según el tipo de modalidad dialítica, pero con mayor sobrevida infantil cuantas más horas de diálisis por semana recibían durante el embarazo; contrariamente a lo que se cree, el porcentaje de anomalías congénitas en los hijos de mujeres con nefropatía avanzada fue del 0,2% de los recién nacidos 28, esto nos hace recordar que la prematuridad permanece como una causa mayor de morbimortalidad a largo plazo en los infantes. La mayor modificación en el régimen peritoneal en embarazadas en diálisis peritoneal continua ambulatoria son recambios frecuentes, de pequeño volumen. Se describen prematuridad, anemia e hipertensión como complicaciones frecuentes, las que no difieren de las presentadas en hemodiálisis 29, Conclusión El embarazo en las pacientes con enfermedad renal crónica en hemodiálisis es posible llevarlo a término, sin complicaciones, optimizando su tratamiento y trabajando en base a metas objetivas, con una prescripción dialítica dinámica individualizando cada caso. Financiación Ninguna. Conflicto de intereses Ninguno. Bibliografía M.J. Fischer. Chronic kidney disease and pregnancy: Maternal and fetal outcomes. Adv Chronic Kidney Dis., 14 (2007), pp.132-145 A. Smyth, M. Radovic, V.D. Garovic. Women, kidney disease and pregnancy. Adv Chronic Kidney Dis., 20 (2013), pp.402-410 M.D. Lindheimer, J.M. Davison. Pregnancy and CKD: Any progress?. Am J Kidney Dis., 49 (2007), pp.729-731 A.D. 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Ver respuesta completa¿Que no se debe comer durante una infección urinaria?
Alimentación, dieta y nutrición para la cistitis intersticial | NIDDK Ninguna investigación ha vinculado sistemáticamente ciertos alimentos o bebidas con la cistitis intersticial. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren firmemente una relación entre la dieta y los síntomas. Ninguna investigación ha vinculado ciertos alimentos o bebidas con la cistitis intersticial, aunque la alimentación saludable es importante para el estado general de salud, incluso la salud de la vejiga. Sin embargo, algunas personas con cistitis intersticial encuentran que ciertos alimentos o bebidas desencadenan sus síntomas.
El café, las bebidas gaseosas, el alcohol, los tomates, los alimentos picantes y condimentados, el chocolate, las bebidas con cafeína, los jugos y las bebidas cítricas, el MSG (glutamato de monosodio) y los alimentos con alto contenido de ácido pueden desencadenar o empeorar los síntomas de la cistitis intersticial.
Algunas personas también notan que sus síntomas empeoran después de comer o beber productos con edulcorantes artificiales, o edulcorantes que no se encuentran naturalmente en los alimentos y las bebidas. Aprender qué alimentos desencadenan o empeoran los síntomas podría requerir un poco de esfuerzo.
El paciente debe mantener un diario de alimentos y anotar las veces que siente dolor en la vejiga. Por ejemplo, el diario podría mostrar que los brotes de síntomas siempre se presentan después de comer tomates o naranjas. Si el paciente descubre que ciertos alimentos empeoran sus síntomas, su profesional de atención médica y su dietista pueden ayudarle a evitarlos con un plan de alimentación.
(en inglés) para que le aconseje sobre cómo utilizar la información sobre nutrición e ingredientes que aparece en las etiquetas de los alimentos. El paciente puede usar esta información para ayudarle a evitar comer o beber cosas que le causen dolor en la vejiga.
- Si el paciente suspende ciertos alimentos y bebidas, y luego los incorpora uno a uno nuevamente a lo que normalmente come y toma, puede ayudarle a determinar cuáles alimentos o bebidas, si los hay, afectan sus síntomas.
- El paciente debe consultar con un profesional de atención médica sobre la cantidad de líquido que debe tomar para prevenir la deshidratación con base en su salud, su grado de actividad física y el lugar donde vive.
El agua es el mejor líquido para la salud de la vejiga. Algunos médicos recomiendan tomar un antiácido con las comidas. Este medicamento reduce la cantidad de ácido que entra a la orina. : Alimentación, dieta y nutrición para la cistitis intersticial | NIDDK
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¿Por qué se dan las infecciones urinarias en el embarazo?
Las infecciones urinarias Introducción a las infecciones urinarias Las infecciones urinarias (IU) pueden dividirse en infecciones del tracto superior, que afectan a los riñones ( pielonefritis), e infecciones del tracto inferior, que involucran a la vejiga.
- Obtenga más información son comunes durante el embarazo, aparentemente debido a la estasis urinaria que resulta de la dilatación ureteral hormonal, la hipoperistalsis ureteral hormonal y la compresión del útero en crecimiento contra los uréteres.
- Hay una bacteriuria asintomática en alrededor del 15% de los embarazos que a veces progresa a una cistitis Cistitis Las infecciones urinarias bacterianas pueden afectar la uretra, la próstata, la vejiga o los riñones.
Los síntomas pueden estar ausentes, o incluir polaquiuria, tenesmo vesical, disuria, dolor. obtenga más información sintomática o una pielonefritis Pielonefritis aguda Las infecciones urinarias bacterianas pueden afectar la uretra, la próstata, la vejiga o los riñones.
Análisis de orina y urocultivo
En la consulta inicial, se realizan rutinariamente un análisis de orina y un cultivo para controlar las bacteriurias asintomáticas. El diagnóstico de infección urinaria sintomática no cambia por el embarazo.
Agentes antibacterianos como la cefalexina, la nitrofurantoína y la combinación trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX) Cultivos postratamiento y, a veces, tratamiento supresor
La selección del antibacteriano se basa en la susceptibilidad individual y local y los patrones de resistencia, pero una buena elección inicial empírica incluye:
Cefalexina Nitrofurantoína Trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX)
La nitrofurantoína está contraindicada en pacientes embarazadas de término, durante el trabajo de parto y el parto, o cuando el inicio del parto es inminente porque es posible que se desarrolle anemia hemolítica en el recién nacido. Las mujeres embarazadas con deficiencia de G6PD (glucosa-6-fosfato deshidrogenasa) no deben tomar nitrofurantoína.
- La incidencia de ictericia neonatal aumenta cuando las mujeres embarazadas toman nitrofurantoína durante los últimos 30 días del embarazo.
- La nitrofurantoína solo debe usarse durante el primer trimestre cuando no haya otras alternativas disponibles.
- La trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX) puede causar malformaciones congénitas (p.
ej., defectos del tubo neural) y encefalopatía hiperbilirrubinémica (kernícterus) en el recién nacido. El suplemento de ácido fólico puede disminuir el riesgo de algunas malformaciones congénitas. La TMP/SMX debe usarse durante el primer trimestre solo cuando no haya otras alternativas disponibles.
- Después del tratamiento, debe realizarse un cultivo para confirmar la curación.
- Las mujeres con pielonefritis o que han tenido más de un episodio de infección urinaria pueden requerir terapia supresiva, en general con trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX) (antes de las 34 semanas) o nitrofurantoína, por el resto del embarazo.
En las mujeres con bacteriuria, con o sin infección urinaria o pielonefritis, la orina debe ser cultivada mensualmente.
La bacteriuria asintomática, la infección urinaria y la pielonefritis aumentan el riesgo de trabajo de parto pretérmino y de rotura prematura de membranas. Tratar inicialmente con cefalexina, nitrofurantoína o la combinación trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX). Obtener un cultivo después del tratamiento para confirmar la curación. Para las mujeres que tuvieron pielonefritis o más de una infección urinaria, considerar la terapia supresiva, en general con trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX) (antes de las 34 semanas) o nitrofurantoína.
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¿Qué pasa si tengo relaciones sexuales con infección urinaria?
¿Es seguro tener relaciones sexuales con una UTI? ‘Una UTI no debería impedir la actividad sexual, a menos que cause dolor. Sé que algunos médicos lo desaconsejan, pero si ya hay una infección presente, ya sea que se esté tratado con antibióticos o no, no hay razón para que el sexo empeore la infección ‘.
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¿Cuánto tiempo dura una infección en los riñones?
Antibióticos para las infecciones renales – Los antibióticos son la primera línea de tratamiento para las infecciones renales. Los fármacos empleados y la duración del tratamiento dependen de tu estado de salud general y de las bacterias halladas en la orina.
- Los síntomas de una infección renal suelen empezar a desaparecer dentro de los pocos días de tratamiento.
- No obstante, es posible que necesites continuar tomado antibióticos durante una semana o más.
- Termina todo el tratamiento de antibióticos, aunque te empieces a sentir mejor.
- Tu proveedor de atención médica podría pedirte que repitas el cultivo de orina para asegurarse de que la infección haya desaparecido.
Si la infección sigue presente, tendrás que tomar antibióticos durante otro período.
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¿Qué tan grave puede ser una infección en los riñones?
Definición y hechos – La infección renal es un tipo de infección en las vías urinarias que comúnmente comienza en la vejiga y sube a uno o a ambos riñones. En raras ocasiones, las infecciones renales pueden causar problemas de salud graves, pero un tratamiento rápido previene la mayoría de las complicaciones.
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¿Por qué se da la infección en los riñones?
¿Qué causa una infección renal? – Las bacterias o los virus causan las infecciones renales. Los científicos creen que la mayoría de las infecciones renales comienzan como una infección de la vejiga que sube para infectar uno o ambos riñones. La mayoría de las veces, la causa de la infección son las bacterias que normalmente viven en el intestino.
Las vías urinarias tienen varias formas de prevenir que la infección suba. Por ejemplo, con mucha frecuencia, al orinar se eliminan las bacterias antes de que lleguen a la vejiga. A veces, el organismo no puede combatir las bacterias y estas causan una infección de las vías urinarias. Si la persona no recibe tratamiento médico para detener la infección, la bacteria puede infectarle los riñones.
En algunos casos, la sangre puede transportar bacterias o virus de otra parte del organismo a los riñones. : Síntomas y causas de la infección renal (pielonefritis) | NIDDK
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¿Cómo hacer que pase la infección urinaria en el embarazo?
Las infecciones urinarias durante el embarazo Es la condición que más frecuentemente se presenta en el embarazo. La infección puede ser de diferentes grados de gravedad dependiendo del sector del aparato urinario que esté afectado, siendo el más grave cuando se afectan los riñones.
Es la condición que más frecuentemente se presenta en la gestación. La infección urinaria en el embarazo puede ser de diferentes grados de gravedad dependiendo del sector del aparato urinario que esté afectado, siendo el más grave cuando se afectan los riñones. El embarazo favorece la aparición de infecciones urinarias por los cambios hormonales que se presentan.
Causas de la infección urinaria en el embarazo La disminución de la contracción de la vejigaEl aumento de eliminación de glucosa en la orinaLa compresión de la vejigaLa mayor posibilidad de llegada de gérmenes desde otras partes del organismo al riñón debido al aumento de la circulación sanguínea general que se da en el embarazo.Los síntomas varían desde ninguno en la bacteriuria asintomática (5 a 10% de las embarazadas), hasta fiebre y malestar generalizado con chuchos en la pielonefritis, es decir en la pelvis renal (1 a 2%), pasando por síntomas que se confunden con los propios del embarazo en la cistitis.Se detecta mediante exámenes de orina que buscan los gérmenes que la provocan, y también en sangre en casos de infecciones graves. Tratamientos y complicaciones de la infección urinaria en el embarazo
El tratamiento es con antibióticos, muchos de los cuales no pueden ser administrados en el embarazo y por lo tanto no te deberías automedicar sino consultar a tu médico. Incluso en las infecciones severas es necesario internar a la embarazada para mejor control de ella y el feto.
Las complicaciones que pueden surgir en las infecciones graves son la sepsis (infección generalizada con fallas en múltiples órganos), la amenaza de parto pretérmino, el parto pretérmino, la alteración de la función de los riñones, etc. La infección severa, pielonefritis, tiene un 25% de chances de volver a aparecer una vez tratada.
Para prevenir las infecciones severas se hacen estudios de orina de las embarazadas para detectar infecciones sin síntomas y tratarlas con antibióticos antes de que se conviertan en una infección grave. Además, es útil mantener una, evitar la constipación (que favorece la infección urinaria) tomar abundante líquido y concurrir a los controles de embarazo según te lo indica el equipo de salud.
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¿Cómo es el dolor de riñón por embarazo?
Durante el embarazo es normal sentir molestias en la zona lumbar, pero debemos estar atentas ya que un dolor fuerte del riñón puede ser indicativo de cólico renal Formar piedras (litiasis o cálculos) en el riñón durante el embarazo es algo poco frecuente, apareciendo en 1 de cada 1500 embarazos, siendo algo más prevalente si la mujer gestante ya padecía este problema.
Con cálculos o sin ellos, el dolor por cólico renal es el motivo de consulta no ginecológico más común durante el embarazo, en un Servicio de Urgencias de Hospital. No suele ser una patología grave y difícilmente afecta al curso del embarazo. Te explicamos más acerca de ello. ¿Qué es un cólico renal? El cólico renal es un intenso dolor en el riñón que se produce por la obstrucción aguda e inesperada de la vía urinaria, siendo la litiasis la causa más común de provocarla.
Entre las funciones del riñón está la de eliminar productos de desecho a través de la orina. Si se dan determinadas condiciones físicas y bioquímicas necesarias en el ambiente urinario, ciertas de estas sustancias pueden llegar a acumularse en una zona concreta del riñón, cristalizar y formar un cálculo.
- Esta litiasis renal, ya formada en el riñón, puede quedarse alojada y silente en alguna de las cavidades renales o intentar salir al exterior por el fluir de la orina.
- En este proceso de migración a través del uréter (conducto que une el riñón con la vejiga), puede encontrarse con zonas más difíciles de atravesar y, por tanto, no poder progresar, pudiendo así quedarse allí atrapada e impactada suponiendo un obstáculo para el transcurrir de la orina desde el riñón hacia la vejiga.
Se dice que un cólico renal concluye cuando el cálculo responsable es eliminado. Luego lo esperado es la expulsión, y lo más frecuente es que sea de manera espontánea. ¿Qué síntomas aparecen? Puede ocurrir que la migración del cálculo, desde el riñón a la vejiga y luego al exterior, no provoque una obstrucción de la vía urinaria y, por tanto, podrían oponerse de manifiesto el cólico renal; es decir en ocasiones se produce la expulsión de la litiasis sin ningún síntoma de dolor.
Sin embargo, lo más habitual es que en el transcurrir del cálculo por la vía urinaria éste se impacte en algún trayecto y produzca una obstrucción aguda a la salida de la orina, la cual comienza a almacenarse por encima de la zona del cálculo. El aumento de la presión en el riñón es lo que va a ocasionar este intenso dolor.
El dolor se localiza en la región lumbar, de manera brusca, como un golpe fuerte. Se suele acompañar de náuseas y vómitos, mal estar general, escozor al orinar, ganas de ir constantemente al baño (urgencia), micciones frecuentes (polaquiuria) o incluso observar sangre en la orina (hematuria). Si nunca he tenido cólicos renales ni piedras en el riñón, ¿por qué me aparecen ahora? Durante el embarazo se producen cambios diversos en la anatomía de la vía urinaria (en ambos lados). Esto va a favorecer tanto las infecciones de orina como la formación de litiasis en el riñón.
Es manifiesto un aumento en la actividad en la filtración del riñón con el consiguiente aumento de la cantidad de elementos de desecho, que una vez en la orina (solutos) pueden llegar a convertirse en cristales, y éstos en verdaderos cálculos. Esto, unido a la compresión que el útero hace sobre la vejiga y las vías urinarias, suponen un cierto obstáculo a la salida de la orina, y predispone a la mujer embarazada a la formación de litiasis en el riñón y a poder tener un cólico nefrítico cuando el riñón intenta expulsar el cálculo al exterior.
Pero debemos tener en cuenta que NO todos los cólicos en el embarazo son producidos por litiasis renales. Se puede presentar el dolor del cólico simplemente por la dilatación renal que se produce por esta compresión uterina, que es mayor en el segundo y tercer trimestre del embarazo; y más frecuente en el lado derecho por la dextrorrotación del útero, sin que haya una litiasis subyacente.
Muchas veces no podemos saber si este dolor cólico es de causa litiásica o compresiva, pero el tratamiento realizado para ambos casos será el mismo, explicado más adelante. Si la causa del cólico renal es una litiasis, será más frecuente que ocurra en aquellas mujeres que ya tenían cálculos antes del embarazo y/o que tienen una historia litiásica previa.
Pero como hemos comentado, el embarazo en sí, por las condiciones anatómicas, físicas y bioquímicas que se producen en la vía urinaria, favorecerá que se desencadene el cuadro con más facilidad. ¿Afecta esto al bebé? Tener piedras en el riñón no afecta directamente al feto ni a su desarrollo durante el embarazo.
- No produce malformaciones ni impide el crecimiento del bebé.
- Pero el dolor prolongado que produce el cólico renal sí puede suponer presentar un parto prematuro (que el bebé nazca antes de la fecha prevista).
- Por tanto, es fundamental que, junto al ginecólogo, el urólogo oriente el mejor diagnóstico y ofrezca los mejores tratamientos en cada caso.
¿Cómo se puede tratar? Cuando el urólogo tiene la sospecha de que nos encontramos ante un cólico renal llevará a cabo una serie de estudios de diagnóstico, entre los que se incluyen una analítica completa y una ecografía abdominal. Ésta no supone ningún riesgo para el feto ni para la madre. El tratamiento principal del cólico renal es la medicación analgésica para el control del dolor. Los analgésicos son fármacos seguros durante el embarazo, pudiendo administrarse por vía intravenosa en caso de no ser resolutivos por vía oral. Sólo se administrará antibiótico si el cólico se asocia a una infección urinaria.
En estos casos estamos ante una situación más grave, lo que denominamos el cólico renal complicado (séptico) que precisa un abordaje veloz y preciso. El calor local con una bolsa de agua caliente puede ayudar a aliviar este dolor. En caso de presentar náuseas y vómitos se puede administrar medicación para controlarlos.
Tras la aplicación de estas medidas, lo esperado es la expulsión espontánea de estos cálculos y no requerir más tratamiento. La hidratación, bien mediante sueroterapia intravenosa o por vía oral será necesaria durante estos momentos, pero sobre todo es esencial, en el momento de favorecer la expulsión del cálculo, y básica, en evitar formar nuevos cálculos.
- El cólico renal complicado, séptico, anúrico o rebelde al tratamiento analgésico convencional, es menos frecuente, pero no por ello raro.
- Cuando la litiasis obstruye completamente la vía urinaria, y la orina no puede salir (anuria), cuando el cólico cursa con fiebre provocando una sepsis, o cuando es imposible controlar el dolor con la analgesia convencional, es necesario realizar la derivación urinaria.
Es una intervención quirúrgica realizada por el urólogo mediante la cual se resuelve la obstrucción y se facilita el paso de la orina acumulada en el riñón por encima de la obstrucción. Se coloca un catéter a lo largo del uréter, o desde el riñón directamente al exterior a través de la piel (nefrostomía) para permitir la salida de la orina.
- Se puede y se debe hacer si esta grave situación ocurre durante el embarazo.
- Rara vez hay que recurrir a tratamientos para destruir o extraer la litiasis responsable.
- Esta actuación se traslada hasta después del parto.
- La Litotricia Extracorpórea por Ondas de Choque (LEOC), ya comentada en un post previo, está contraindicada realizarla durante el embarazo 4,
Dra. Blanca Gómez-Jordana Mañas Médico Residente del Servicio de Urología Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid) Bibliografía:
Parulkar BG, Hopkins TB, Wollin MR, Howard PJ Jr, Lal A. Renal colic during pregnancy: A case for conservative treatment. J Urol 1998; 159: 365 Buitrago F, Cobos N. Estudio y seguimiento de los cólicos nefríticos. FMC 2000; 7: 446- 455. Ann R Coll. Problematic renal calculi presenting during pregnancy. Surg Eng 1996; 78 (4): 399
Scarpa RM, De Lisa A, Usai E. Diagnosis and treatment of ureteral calculi during pregnancy. J Urol 1996; 155 (3): 875-877.
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¿Cómo afecta la preeclampsia a los riñones?
Fragmento – Introducción Preeclampsia-eclampsia (toxemia del embarazo) es un síndrome que complica al embarazo humano de la semana 20 en adelante caracterizado por la aparición gradual de edema, hipertensión arterial sistémica y proteinuria. A partir de una alteración primaria o secundaria de la circulación placentaria (arteriolas espirales), ocurre isquemia distal e hipoperfusión fetal con liberación de una o varias substancias que se vierten al torrente materno.
- El primer órgano materno que se afecta es el endotelio vascular principalmente en territorio renal.
- En preeclampsia-eclampsia ocurre daño renal en todos los casos inicialmente funcional que se caracteriza por la formación de edema y de una intensa vasoconstricción que causa hipertensión arterial.
- Posteriormente ocurre daño estructural a nivel vascular, glomerular y tubular que se manifiesta como proteinuria patológica, micro o macrohematuria, oligoanuria, hiperazoemia prerrenal y luego necrosis tubular aguda (NTA) como causa de insuficiencia renal aguda (IRA).
No raramente se presentan casos complicados con necrosis cortical bilateral (NCB) que terminan en insuficiencia renal crónica (IRC) de diversos grados. Palabras clave: Preeclampsia-eclampsia toxemia necrosis tubular aguda insuficiencia renal aguda insuficiencia renal crónica.2004-06-15 | 25,547 visitas | 2 valoraciones Vol.18 Núm.1.
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¿Cómo dormir con una infección urinaria?
A veces, la infección de orina puede suponer una dificultad para conciliar el sueño. Puede causar interrupciones debido a síntomas como el aumento de la frecuencia urinaria de noche. Para favorecer el sueño en caso de tener una infección de orina se recomienda: Acostarse y levantarse a la misma hora cada día.
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¿Cómo se contagia la infección urinaria?
¿Qué causa el mal de orín? – Es muy fácil contraer mal de orín. Esto es porque las bacterias que viven en la vagina, en los genitales y en las zonas cercanas al ano, pueden entrar por la uretra y pasar a la vejiga y causar una infección. Esto puede suceder durante el sexo, cuando las bacterias que hay en los genitales, el ano, los dedos de tu pareja o en un juguete sexual entran a tu uretra.
- La infección urinaria también puede ser causada por la clamidia, la gonorrea y otras bacterias.
- Aunque el mal de orín no se transmite de una persona a otra como las enfermedades de transmisión sexual (ETS), en ocasiones el sexo puede causarlo o empeorarlo si ya tienes la infección.
- Sin embargo, el sexo no es lo único que puede causar una infección urinaria.
Cualquier cosa que haga que tu uretra tenga contacto con bacterias, puede causarla. Tienes más chances de tener una infección urinaria si:
tuviste una infección urinaria antes tienes diabetes tienes obesidad usas espermicida o un diafragma tienes cálculos renales u otras obstrucciones (bloqueos) en el tracto urinario
La mayoría de las personas no saben bien qué les causó infección urinaria pues puede ocurrir por muchos motivos.
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¿Cómo quitar infección de orina rápido remedio casero?
Tomar agua con bicarbonato – El bicarbonato de sodio es uno de los mejores remedios caseros para la infección de orina. Debes poner un cuarto de una cucharadita de bicarbonato en medio vaso de agua y remover bien. Toma dos vasos de agua normal y después toma el medio vaso de agua con bicarbonato. El bicarbonato hará que cambie el pH de la orina y esto dificultará que las bacterias se instalen.
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