Que Es Dolor Y Sufrimiento?

Que Es Dolor Y Sufrimiento
Diferencia entre dolor y sufrimiento A lo largo de la historia de la humanidad, el hombre ha intentado evitar a toda costa el dolor y el sufrimiento buscando el placer y huir de aquello que lo lastime y haga daño, y lógicamente resulta natural esta premisa, ya que nadie está dispuesto a padecer y sufrir.

  1. Sin embargo, entender la diferencia entre dolor y sufrimiento y comprender que serán nuestros compañeros toda la vida, es de vital importancia ya que al manejar cada una de estas experiencias nos enfrentarán al cambio y crecimiento, experiencias en sí, únicas pero distintas.
  2. El dolor es una vivencia identificable, tangible.

Es un fenómeno concreto que está presente de manera real para quien lo padece. Cada uno de nosotros aprende el significado de la palabra “dolor” a través de la experiencia personal, originado por diferentes causas. El dolor es un aprendizaje personal, una sensación, que evoca una emoción, que es molesto y desagradable.

  1. Por el contrario, el sufrimiento se ubica y se alimenta en un tiempo y espacio distintos al momento presente.
  2. Generalmente sufrimos por lo ya ocurrido o por lo que creemos que ocurrirá en un futuro, también se sufre por la manera en que la vida es interpretada por cada quien, distorsionando muchas veces la realidad.

En este caso, el sufrimiento siempre es alimentado por los pensamientos y emociones, es, a diferencia del dolor, subjetivo. Ambos, dolor y sufrimiento son los pilares para iniciar el alivio, la aceptación y la cura. Frente a ambos no se lucha, se aceptan mediante un proceso psicológico y espiritual, ya que no pueden ser eliminados del todo. Instituto Mexicano de Tanatología Ciudad de México, CP 03100 [email protected] www.tanatologia.org.mx Teléfono: (55) 55360071
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¿Qué quiere decir el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional?

En ambos casos significa que estamos vivos y que todas las oportunidades se hallan a nuestro alcance. A lo largo de la vida pasamos por momentos difíciles, pero depende de nosotros transformarlos en sabiduría o en amargura. Por eso el Buda afirmaba que «el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional».
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¿Cuál es el sentido del sufrimiento?

El sentido del sufrimiento Emma Urtiz • Pasante de la Licenciatura en Psicología El sufrimiento es un estado que el hombre siempre ha querido evitar, pero parece que mientras más lo evita, más se sumerge en ese estado anímico, entonces, ¿qué sentido tiene evitarlo? Y si me permito sentirlo, ¿qué sentido podría encontrar en el dolor? O, ¿qué tanto dolor estamos dispuestos a sentir? Viktor Frankl, en su libro “el hombre en busca de sentido” nos dice que todo le puede ser arrebatado al hombre, excepto una cosa, la libertad de elegir con qué actitud se enfrentará a cualquier situación.

  • A pesar de que no puedas cambiar una situación que te produzca dolor, sí puedes elegir la actitud con la que afrontes ese sufrimiento, y esa actitud estará ligada a un sentido, es decir, a un “para qué”.
  • Si tenemos un para qué podremos enfrentar cualquier circunstancia.
  • Sin embargo, encontrar este sentido es mucho más difícil de lo que aparenta, puesto que muchas veces el dolor nos hace sentir vulnerables y percibimos que la situación nos supera, nos sentimos anestesiados, sin energía para salir adelante.

Es por eso que el sentido deberá ser aún más grande y más profundo que el dolor mismo, un sentido que nos permita pasar a través de éste y soportar, pero sobre todo aceptar, todo lo que el dolor conlleva, sabiendo y teniendo en cuenta que ese dolor será un aprendizaje que te permitirá avanzar sólo a través del sentido.

El sentido no es simplemente una meta, sino un camino que le da dirección y propósito a tu vida, por esa razón, el sentido del sufrimiento le da dirección y propósito al sufrimiento mismo, se trata de una genuina aceptación del dolor, lo que se ve reflejado en la actitud que tomamos ante el sufrimiento.

De acuerdo con Viktor Frankl (2004) el sufrimiento deja de ser sufrimiento cuando se le encuentra un sentido, y en muchas ocasiones este sentido puede ser el sacrificio (p.135). Cada persona enfrenta el dolor a su manera, con las herramientas que haya adquirido durante su crecimiento, pero sin importar la forma en la que enfrentemos este dolor, siempre hay un propósito más allá del sufrimiento, un para qué, que nos mantiene de pie, pero para encontrar y reconocer ese propósito, primero debemos aceptar el dolor y vivirlo con amor, sabiendo que el sentido que le damos a nuestra existencia es más fuerte que cualquier cosa que se nos pueda presentar.
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¿Dónde nace el sufrimiento?

El origen del sufrimiento es una cuestión puramente económica, el desgaste de los recursos aporta la sensación de sufrir, pero si al organismo le cuesta más energía de la que dispone a corto plazo resolver un problema, notifica al cerebro que la situación es inmediatamente inviable con la sensación de dolor.
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¿Qué dice la Biblia sobre el dolor y sufrimiento?

El dolor y el sufrimiento humano a la luz de la razón y de la fe cristiana –

Autores: Evandro Agazzi Localización: Medicina y Ética: Revista internacional de bioética, deontología y ética médica, ISSN 0188-5022, ISSN-e 2594-2166, Vol.24, Nº.3, 2013, págs.327-343 Idioma: español Enlaces

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Resumen

español El dolor y el sufrimiento son realidades negativas cuya evidencia no puede ser resuelta por comunes disquisiciones filosóficas. El ser humano busca “dar una razón y un sentido” a la realidad que lo circunda, pero no logra hacerlo por la zona de la realidad constituida por el mal (o sea, no encuentra una respuesta racional a la pregunta “¿por qué existe el mal?”). En el ámbito puramente “mundano” el mal queda como un enigma, pero se vuelve un auténtico problema cuando se admite la existencia de Dios: “problema del mal” y “problema de Dios” se condicionan mutuamente. “Si Dios existe, ¿de dónde viene el mal? No puede venir de Él (todo aquello que existe es de suyo bueno), pero es sólo produc­ to del mal uso que el hombre hace de su libre albedrío (mal “moral”) y Dios “tolera” este mal porque respeta el libre albedrío humano. Dolor y sufrimiento (mal, llamado “físico”) son consecuen­ cia (como expiación) del mal moral y Dios, aun siendo infinita­ mente bueno y omnipotente, no lo elimina porque es sumamente justo. Esta es la respuesta más clásica de la teodicea. Ésta, sin embargo, no explica verdaderamente el dolor del inocente. En conclusión, el mal permanece sustancialmente ininteligible utilizando las categorías de la razonabilidad humana, y la única respuesta para una filosofía verdaderamente racionalista (o sea que considera que una razón debe existir para cada aspecto de la realidad), es aquella de admitir que tal “razón” supera las limitaciones de la razón humana, y con ello se abre hacia la aceptación de la razonabilidad divina. La tesis que dolor y sufrimiento humanos son explicación del mal moral es explícitamente rechazada por Jesús en el Evangelio y Él ha realizado muchas obras mila­ grosas para aliviar estos males. Por otro lado libremente ha aceptado por sí mismo el dolor, el sufrimiento y la muerte, mostrando así concretamente que también Dios puede sufrir; pero su resurrección muestra al mismo tiempo la omnipotencia de Dios, ofreciendo una respuesta no conceptual, sino concreta a la compati­ bilidad del dolor y omnipotencia divina. El hombre es invitado a combatir junto a Dios, dolor y sufrimiento mediante obras efectivas, y al mismo tiempo a dar un sentido escatológico al dolor y al mal presente en el mundo fundándose en la bondad y omnipotencia de Dios. Jesús ha roto también la espontánea convicción de que el mal realizado deba ser expiado infligiendo otro mal (la pena) a quien lo comete. Dos males no se compensan, sino se suman. La compensación del mal consiste en el perdón, que rompe su espiral externa, mientras el arrepentimiento repara la herida interna que la culpa inflige en el ánimo de aquel que la comete. Todo esto se incluye en la nueva visión de las relaciones de los hombres entre ellos y con Dios, o sea la perspectiva del amor, aún si permanece siempre misterioso para la razón humana para que el amor deba pasar a través del dolor como su prueba. English Pain and suffering are negative realities whose evidence cannot be dissolved by subtle philosophical arguments. The human being tries to “find a reason and a sense” for the whole of reality surrounding him, but is unable to do this for that portian of reality constituted by evil (i.$. he cannot answer the question, “why evil?”). On the purely mundane plane evil remains an enigma but becomes a real problem when the existence of God is admitted:”problern of evil” and “problem of God” are mutually interrelated. lf God exists “from where does evil come?” lt cannot come from God (everything that exists is good in itself) but is produced by man when he makes bad use of his free will (moral evil) and God “tolerates” this evil because he respects human free will. Pain and suffering (often called “physical evil”) are the consequence of moral evil (are its expiation) and God, though being infinitely good and omnipotent, does not eliminate them because he is at the same time infinitely just. This is the most classical answer of theodicy. lt does not really explain, however, the suffering of the innocent. In conclusion, evil remains essentially unintelligible by using the categories of human reason, and the only way out for a genuinely rationalist philosophy (i.e. a philosophy according to which there is a reason for whatever exists) is that of admitting that such a “reason” oversteps the limits of human rationality and in such a way opens itself to the admission of a divine rationality. The claim that pain and suffering are the expiation of moral evil is explicitly rejected by Jesus in the Gospel, and he has accomplished several miraculous works in order to diminish their impact. On the other hand, he has freely accepted pain, suffering and even death for himself, concretely showing in such a way that God himself can suffer, but his resurrection shows at the same time the omnipotence of God, thereby offering not a conceptual but a concrete answer to the question of the compatibility of pain with divine omnipotence. Hence man is invited to fight with God against pain and suffering by doing good works and at the same time to give a positiva eschatological sense to the pain and evil that are present in the world, relying on God’s goodness and omnipotence. Jesus has also broken the spontaneous conviction that the evil committed must be compensated by another evil (the punishment) inflicted on the person who has committed it. Two evils do not compensate each other, but they add up. The compensation of evil consists in forgiveness, that breaks the externa! spiral of evil, while repentance heals the internal wound that the wrong action produces in the soul of the person committing it. All this is part of the new perspectiva regarding the relations that humans must entertain among themselves and with God, that is, the perspectiva of love, though it still remains mysterious for human reason why love should pass through pain as its test.

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¿Qué es un dolor verdadero?

El dolor, ¿real o psicológico? ¿Quién no ha sufrido nunca dolor a lo largo de su vida? Posiblemente nadie respondería afirmativamente a esta cuestión. Desde que nacemos hasta que morimos sufrimos algún tipo de dolor, ya sean dolores cotidianos a los que no les damos importancia, o dolores que son consecuencia de alguna enfermedad.

  1. El dolor convive con nosotros en mayor o menor medida y es importante que esté, ya que suele ser la señal que nos alerta de que algo en nuestro cuerpo no funciona como debería hacerlo.
  2. Pero, ¿qué es el dolor? El dolor es un fenómeno subjetivo muy complejo que tiene un componente sensorial y un componente afectivo,

No todo el mundo experimenta un estímulo doloroso del mismo modo, y esto tiene mucho que ver con la propia personalidad, con el estado de ánimo y con el tipo de educación que hayamos recibido. Sobre el dolor se ha realizado un estudio que muestra que el 60% de los españoles padecen diariamente aquello que se denomina ” dolores cotidianos “; estos dolores engloban el dolor de espalda y de cabeza, otros dolores musculares y los problemas relacionados con la boca y con los dientes.

Estos pequeños dolores van afectando poco a poco a la calidad de vida, tanto física como psíquica de las personas que los van padeciendo. El estudio indica que son las mujeres las que padecen más estos dolores, y que la prevalencia aumenta a medida que se aumenta en edad. Aun así, parece que los hombres son más quejosos que las mujeres y que, a medida que los años van pasando, nos quejamos mucho más de dolor que cuando somos más jóvenes.

El dolor siempre debemos considerarlo como real en el momento de tratarlo, pero en ocasiones este dolor puede no ser provocado por algo físico, sino que puede tener una causa psicológica (ej: nos duele el estómago porque estamos pasando una época de estrés, no porque tengamos una enfermedad de estómago).

  1. Este tipo de dolor es el más difícil de tratar y, a menudo, todos los fármacos y tratamientos, incluso los más fuertes para erradicar el dolor, acaban fracasando porque la causa no es física.
  2. Es entonces cuando los psicólogos deben empezar su tarea, indagando cuál es la causa del malestar que padece la persona y paliarlo en la medida de lo posible, con diferentes tipos de intervenciones psicológicas.

A menudo tendemos a sobrestimar las quejas somáticas de quien tenemos a nuestro cargo, cuando en realidad es el área emocional y afectiva la que está sufriendo, un área herida que no se cura con morfina, sino con un poco de atención y activación, Debemos ser conscientes de que estas situaciones van en aumento y sensibilizarnos para abordarlas efectiva y adecuadamente, ya que son situaciones que crean un importante malestar en la persona, en la familia y en los profesionales que las trabajamos.

Mònica Garcia Psicòloga del centro Residencia Santa Maria del Tura

: El dolor, ¿real o psicológico?
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¿Cuál es la causa del sufrimiento?

Sufrimos por cómo la naturaleza de nuestra mente se enfrenta a la experiencia. Cuando estamos cansados o padecemos una profunda tristeza, intentamos librarnos de esta experiencia y en esta reacción mental, de rechazar lo desagradable, está la génesis de nuestro sufrimiento.
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¿Cuál es el fin del sufrimiento?

El fin del sufrimiento: La esencia de la espiritualidad, nuestra naturaleza real y el retorno a la gracia (Spanish Edition) Tapa blanda – 14 Septiembre 2012 A lo largo de sus más de quince años como maestro espiritual, Adyashanti ha descubierto que cuanto más sencilla es la enseñanza, más poder tiene para cambiar nuestras vidas.

  1. Por ello, en El fin del sufrimiento presenta las comprensiones fundamentales para «desatar una revolución en nuestra manera de percibir la vida», abandonar nuestras luchas y abrirnos a la promesa plena del despertar espiritual y al descubrimiento de nuestro ser esencial.
  2. Por medio de una indagación progresiva, esta obra explora: – El dilema humano: el concepto de un yo separado y la posibilidad de dejar de creernos los pensamientos que perpetúan el sufrimiento.

– Cómo «dar un paso atrás» para salir de la ilusión e instalarnos en el potencial puro del momento presente. – Por qué el despertar espiritual puede ser un proceso inquietante. – La intimidad y la disponibilidad: sentir la unión absoluta con toda parte de nuestra experiencia.

  • La autonomía verdadera: la experiencia única de nuestro sentido de libertad.
  • El fin del sufrimiento llega al núcleo del por qué sufrimos y muestra que, del mismo modo que caes en brazos de un ser querido o que reposas la cabeza en la almohada por la noche, igualmente puedes «dejarte llevar por un momento de gracia y descubrir que la vida no está separada de ti, que la vida no es otra cosa que tú».

: El fin del sufrimiento: La esencia de la espiritualidad, nuestra naturaleza real y el retorno a la gracia (Spanish Edition) Tapa blanda – 14 Septiembre 2012
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¿Cuáles son los tipos de sufrimiento?

Qué tipos de sufrimiento existen Desazón, amargura, desesperación, todos ellos son distintos tipos de sufrimientos humanos, El hecho de sufrir tiñe nuestra vida de y oscuridad. No obstante, no todos los sufrimientos son idénticos, existen diferentes tipos de sufrimiento. Que Es Dolor Y Sufrimiento Fuente: Pixabay/
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¿Cómo se desarrolla el sufrimiento?

Cómo superar el sufrimiento – El sufrimiento forma parte de nuestras vidas. Éste puede ser físico y/o emocional; el primero ocurre cuando se produce un daño orgánico y éste genera dolor, y el segundo cuando vivimos situaciones adversas que nos generan dolor emocional. El sufrimiento emocional, puede aparecer en forma de miedo, tristeza y/o rabia.
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¿Qué es el dolor en el alma?

Síntomas del Dolor Emocional – El dolor emocional es esa pequeña herida que tenemos y que sufrimos en nuestro interior y que si no curamos correctamente esa herida, nos puede provocar el padecer o sufrir una serie de alteraciones o trastornos a otros niveles de nuestro cuerpo. La persona que sufre de este dolor puede presentar diferentes síntomas:

Puede padecer cefaleas o dolores de cabeza. Pero en ocasiones incluso puede llegar a tener migrañas. Otro síntoma que también es común en estos pacientes que sufren de dolor emocional, es que tienen un dolor generalizado en todo su cuerpo. Cuando ellos describen el dolor, comentan que la sensación que tienen es que les duele todos los huesos y todos los músculos del cuerpo.

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    ¿Por qué el apego trae dolor y sufrimiento de un ejemplo?

    Walter Riso:El apego es el mayor motivo de sufrimiento del hombre No ocupa portadas de periódicos, ni se llenan minutos de radio para hablar del apego o de las dependencias emocionales que todos los humanos sufrimos en mayor o menor medida. Walter Riso ha dedicado su último trabajo editorial a este concepto que, según él, significa el principal motivo de sufrimiento de la humanidad, hasta el punto que cree que se deberían hacer campañas de prevención durante el ciclo educativo: desde primaria hasta los doctorados.

    1. El psicólogo tiene claro que si consideras que algo o alguien en tu vida es indispensable para tu felicidad, tienes un grave problema porque “estás a la sombra de tu amo”.
    2. En el libro Desapegarse sin anestesia, Riso señala las necesidades secundarias de las cuales podríamos prescindir para nuestra supervivencia emocional y proporciona claves para enfrentarnos a nuestros apegos.

    Para el psicólogo, “crear una relación dependiente significa entregar el alma a cambio de obtener un falso placer y seguridad”. -¿Cuánto tiempo cree que invertimos en cosas que son absolutamente inútiles? -El 80% del tiempo, y eso es mucho. Hemos sido educados así y nos cuesta reflexionar bien las cosas antes de hacerlas.

    Es energía desperdiciada que estamos dedicando a un objeto, a una relación, a un vínculo o a algo que, tarde o temprano, no nos va a servir. Se trata de obtener la máxima proporción entre esfuerzo y beneficio. -Póngame un ejemplo de cómo podemos malgastar esa energía. -Hay relaciones de pareja en las que uno de los miembros es muy dependiente del otro aunque a cambio le ofrezca muy poco amor.

    Esta persona invierte el 80% de su tiempo soportando una relación de mal trato para obtener muy poquito beneficio. -En su libro asegura que los budistas llaman ignorancia, incluso engaño, a la capacidad de pensar que las cosas no cambian y duran para siempre.

    • -¿Y en nuestra sociedad cómo nos ha educado?
    • -Defíname el concepto de apego, según su punto de vista.
    • -¿Qué es lo que una persona pierde cuando se apega a algo o a alguien?
    • -¿El apego es sinónimo de adicción?
    • -Si hablamos de adicciones, la gente suele ponerse en alerta. La palabra apego, en cambio, tiene en nuestro país una connotación positiva
    • -¿Cómo tenemos que manejar las necesidades vitales que todos tenemos para que no acabemos dependiendo de ellas?
    • -Te necesito.
    • -Te quiero pero no te necesito, ¿es eso? Si es así, nos cargamos la mitad de las parejas hoy mismo
    • -¿Socialmente, interesa que mantengamos algunos apegos para anularnos como personas?
    • -¿Nuestras necesidades son innatas o han sido creadas por la sociedad de consumo?
    • -¿Desear algo significa estar apegado a ello?

    – Justo al revés, de manera que no hay nadie que esté preparado para la pérdida. Fíjate que el 80% o el 90% de los libros de crecimiento personal lo que te dicen es que busques tus metas y que no te rindas. Eso es porque aquí la base es la esperanza, mientras que allí es la desesperanza, el aprender a perder.

    1. ¿La felicidad está en obtener las cosas, o en necesitar lo menos posible? Tenemos que llegar hasta la felicidad de una maneta más armoniosa, más relajada.
    2. Así que nuestra sociedad es ignorante en el sentido de que no aceptamos la pérdida ni la desesperanza.
    3. Es un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que dará sentido a tu vida.

    Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y no aceptas el desprendimiento. -El apego corrompe, eso te lo dirá cualquier psicólogo que haya estudiado este campo. Para mí, es el principal motivo de sufrimiento en la historia de la humanidad.

    1. Si el apego corrompe, pierdes tu dignidad, tu respeto, tus valores más esenciales.
    2. También pierdes libertad, y no puedes decidir cómo te vas a mover.
    3. Pierdes tranquilidad porque una de las características del apego es el miedo a perder aquello que deseas.
    4. Finalmente, pierdes también la alegría.
    5. Tu mente está tan metida en invertir recursos que pierde la posibilidad de disfrutar la vida con muchas otras cosas, te absorbe.

    -Sí. Yo hago la diferencia entre las adicciones que son aceptadas o están reglamentadas por la psicología y la psiquiatría, y las que no. Por ejemplo: la adicción a la compra está clasificada, pero la adicción a la moda, que está íntimamente relacionada, no está clasificada.

    Cuando te llega un paciente que está apegado a la moda, necesita un tratamiento que no aparece en ningún libro porque no está clasificado. La gente tiende a llamar apego a las adicciones que no están clasificadas. Hoy me he vestido con un polo con el cocodrilo, pero si me sacan el cocodrilo no me importa en absoluto.

    Compras algo porque te gusta y viene con marcas, pero eso no quiere decir que pertenezcas a esa familia. -Es cierto, y es una diferencia lingüística importante. En nuestra cultura, el apego sones la gente que te quiere, que te contempla, que te cuida o te da protección.

    Pero cuando hablamos de apego en términos como lo planteo en el libro, hablo de adicción. Hablo de apego a situaciones o personas, pero no a sustancias psicoactivas. -Hay muchas formas. Lo primero es entender que cualquier necesidad es potencialmente susceptible de convertirse en un apego. Incluso necesidades primarias como comer o tomar agua.

    Te das cuenta de que estás cayendo en eso cuando no puedes controlarlo y empiezas a ver que te hace mucha falta; cuando la necesidad se convierte en algo imprescindible y no eres capaz de decir: si lo tengo bien, y si no, también. -Exactamente. La expresión te necesito habría que sustituirla por la de te prefiero.

    • Cuando tienes una necesidad, tú no eliges, lo que elige es el impulso.
    • Estás de mal humor, estás irritable porque no está el objeto o la persona.
    • Es que es un cambio de mentalidad y de paradigma.
    • Te necesito no, te prefiero.
    • Te necesito es que esa persona es imprescindible y que tú te conviertes en un vacío.

    -Lógico, hay apegos que están bien vistos socialmente. ¿Cuántos políticos crees que van a leer este libro? ¡Pocos! El desapego es una pesadilla para ellos, porque coqueteas con tres cosas: principios, poder y posesión. -Hay necesidades primarias y psicológicas que son innatas.

    • Hay otras que son secundarias, que son aprendidas y que tienen que ver con los deseos.
    • No necesariamente.
    • El deseo es un placer proyectado en el tiempo y nos hace humanos.
    • Ahora bien, cuando eres incapaz de renunciar al deseo, estás en el apego.
    • Habla de deseos peligrosos.
    • ¿Cuáles serían? -Son los deseos que afectan a tu salud mental o a tu salud física.

    Hay deseos que de por sí son peligrosos, como el amor, internet o la belleza. Hay otros que no son tan peligrosos, como la espiritualidad. Te pongo un ejemplo: la bondad. ¿A quién se le ocurriría que ser bueno es un deseo peligroso? Aparentemente, no. Lo que pasa es que puede llegar a ser peligroso si te excedes.

    Si te excedes en ayudar a los demás, más allá de lo que eres capaz de dar, te quemas. -Me ha sorprendido que en su libro asegure que tenemos que hablar con nuestros deseos. ¡Nos tomarán por locos! -Hablar con nuestros deseos es simplemente conectarte con el canal del deseo que, en un determinado momento, te está arrastrando.

    Por eso digo que hay que aprender a hablar con ellos, a retarlos. Conozco a gente que cuando ha tomado la idea se ha inventado su propio método y le ha funcionado muy bien. Lo más importante, aunque parece mentira, no son las estrategias, es ver lo inútil, estúpido o peligroso de algo.

    Cuando lo ves, automáticamente te retiras. -Imagino que no hay nadie que no tenga apegos. ¿Para desapegarse de ellos, hay que tener un espíritu rebelde? -Totalmente. Uno tiene que ser irreverente con ellos. Rebeldía no es salir gritando contra las cosas, es romper el esquema básico en el que estás metido y poner un nuevo paradigma de vida.

    En ninguno de los manuales que están saliendo ahora para ser feliz te dicen que hay que rebelarse contra las normas. Ser desapegado es, en cierto modo, ser un subversivo del orden establecido. A mí me gusta el concepto de subversión entendida como una rebelión interior.

    • ¿Cómo podemos saber si alguien es emocionalmente inmaduro? -Son personas con baja tolerancia al dolor, no lo soportan.
    • Tienen muy poca tolerancia a la frustración, les horroriza que las cosas no sean como ellos quieren que sean.
    • Finalmente, diría que tienen una ilusión de permanencia, piensan que hay cosas que pueden durar para siempre, y una gran vulnerabilidad hacia el placer que hace que no tengan autocontrol.

    -¿La crisis económica actual nos servirá para que nos demos cuenta de la energía que estamos perdiendo con cosas superfluas? -Las crisis ayudan a eso, sin lugar a duda. Las crisis muestran lo superfluo, lo inútil y las necesidades que te habías creado y de las cuales puedes prescindir.

    Aprender a prescindir de algo o de alguien es muy importante; cuando lo haces, estás con un pie en la liberación. La crisis puede ser un gran terapeuta sin anestesia para los desapegos. Una crisis implica un cambio de valores y hace que las personas aprendan a desprenderse de muchas cosas por las malas.

    -Sin anestesia. ¿Desapegarse de algo o de alguien es asumir que el dolor será inevitable? -Claro. Una persona cambiará un sufrimiento inútil por un sufrimiento útil, que es el del duelo y la pérdida asumida.

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    ¿Por que sufro tanto en la vida?

    Sufrimos la vida porque no hemos entendido demasiado nada, el sufrimiento es ignorancia, el sufrimiento es debilidad emocional, el sufrimiento en definitiva es la forma en que el cuerpo te está avisando de que debes ponerte las pilas y empezar a trabajar a mejorar tu gestión emocional.

    1. ¿Quién es el responsable de tu vida? ¿Quién es el responsable de tu paz? ¿Tú? ¿O lo que ocurre fuera de ti? Estás sufriendo porque eres un débil emocional.
    2. Si las cosas te van bien estás contento y si te van mal te sientes un desgraciado y deberías saber que eres una hoja en el viento.
    3. ¿Quiénes quieres ser? ¿Un árbol firme o una hoja al viento? De ti depende.

    La mayoría de nosotros solemos mirar siempre hacia afuera a la hora de sentirse bien o sentirse mal. Si la vida nos sonríe, estamos contentos, si la vida no nos lleva lo que nosotros queremos estamos tristes y eso nos lleva a que no nos hagamos responsables de lo que sentimos cuando nos ocurre algo sino que hacemos responsable a otros oa la vida misma, incluso a nosotros mismos de nuestras desgracias y nos culpamos.

    Y al hacerlo entramos en la culpa, en la queja, en la retirada, en la lamentación, en el odio, en el rencor, en el remordimiento y en el más absurdo de los sufrimientos. «Los demás son los responsables de mis desgracias» «No soy feliz por culpa de lo que me ha hecho el otro». Estos son sólo algunos de los ejemplos de cómo viven estas personas una vida en la que traspasan la responsabilidad de todo lo que les ocurre a los demás.

    Estar constantemente mirando hacia afuera es el secreto para sufrir siempre.
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    ¿Que se aprende del sufrimiento?

    Cuál es el papel del sufrimiento en nuestra vidas (y cómo aprender a afrontarlo) Tal Ben-Shahar es profesor de Psicología Positiva en Harvard, la asignatura que cuenta, desde hace años, con más solicitudes de inscripción por parte de los estudiantes de la prestigiosa universidad.

    En su libro La búsqueda de la felicidad (Alienta), el psicólogo repasa las últimas novedades de su campo de estudio, ofreciendo un completo manual para alcanzar el bienestar. En su opinión, la búsqueda de la perfección es el principal motivo de nuestra infelicidad. Como él dice: “O aprendemos a fallar o fallamos al aprender”.

    Y para lograr esto, debemos también prepararnos para superar el sufrimiento, un tema en el que Ben-Shahar se detiene en este extracto del libro. «El sufrimiento profundo, indecible, bien puede ser llamado bautismo, regeneración, iniciación a una nueva condición».

    George Eliot Mi esperanza, cuando inicié el proceso de conversión al optimalismo, era erradicar el dolor, la tristeza, la ansiedad y el sufrimiento de mi vida. Mi objetivo, evidentemente, venía dictado por mi perfeccionismo. Deseaba ver la luz, encontrarme bien —descubrir un lugar en mi interior en el que siempre estuviera contento independientemente de lo que ocurriera fuera—.

    No lo encontré. Lo que sí descubrí, sin embargo, fue que el sufrimiento aportaba algunos beneficios y, en consecuencia, reconocí la importancia de aceptarlo. Si bien la búsqueda del placer y la evasión del dolor forman parte de nuestra naturaleza, la cultura juega un papel fundamental en cómo nos enfrentamos al sufrimiento.

    Uno de los beneficios más significativos del sufrimiento se encuentra en que genera un profundo respeto por la realidad Si bien todavía tengo que convencerme de que se puede alcanzar un estado de gloria o nirvana, lo cierto es que se puede aprender mucho de la forma de ver la vida de los budistas, con su impermanencia e imperfecciones, sus defectos y sus desengaños. El monje tibetano Khenchen Konchog Gyaltshen Rinpoch e enumera cuatro beneficios del sufrimiento: sabiduría, resistencia, compasión y un profundo respeto de la realidad.

    La sabiduría emerge de la experiencia del sufrimiento. Cuando las cosas van bien, raramente nos detenemos a cuestionarnos sobre nuestras vidas y nuestras dificultades. Una situación difícil, sin embargo, suele obligarnos a salir de nuestro estado inconsciente, haciéndonos reflexionar sobre nuestras experiencias.

    Para poder ver en profundidad, para poder desarrollar lo que el rey Salomón llamaba un corazón sabio, tenemos que ser capaces de capear el temporal. Nietzsche, un hombre muy sabio, concluyó que lo que no nos mata, nos hace más fuertes. El sufrimiento puede hacernos más resistentes, más capaces de superar las dificultades.

    Del mismo modo que un músculo, para fortalecerse, tiene que sufrir, nuestras emociones, para vigorizarse, también deben soportar cierto grado de sufrimiento. Helen Keller, que tuvo una vida con muchos sufrimientos y también muchas alegrías, dijo: «El carácter no puede desarrollarse cuando hay tranquilidad y todo es fácil.

    Sólo pasando por la experiencia de la prueba y por el sufrimiento se puede fortalecer el alma, clarificar la visión, inspirar la ambición y alcanzar el éxito». Todo el mundo pasa por malos momentos alguna vez, y darnos permiso para sentir esta emoción universal nos conecta con una red de compasión de la que pasamos a formar parte.

    El diccionario define compasión como «un profundo conocimiento del sufrimiento de otra persona acompañado del deseo de aliviarlo», pero sólo podremos obtener un profundo conocimiento del sufrimiento de los demás si hemos sufrido nosotros mismos. Un conocimiento teórico del sufrimiento tiene tan poco sentido como una descripción teórica del color azul para una persona ciega.

    Para conocer, hay que experimentar. Como dice el pastor Fritz Williams : «El sufrimiento y la felicidad nos enseñan, si les dejamos, a dar el paso a la empatía, que nos transporta al alma y al corazón de otra persona. En estos momentos transparentes, descubrimos las alegrías y las penas de la otra persona y nos preocupamos por sus problemas como si fueran nuestros problemas».

    Uno de los beneficios más significativos del sufrimiento se encuentra en que genera un profundo respeto por la realidad. Si bien una experiencia feliz nos conecta con el ámbito de posibilidades infinitas, una experiencia dolorosa nos recuerda nuestras limitaciones.

    Cuando, a pesar de todos nuestros esfuerzos, las cosas no van como esperábamos, hemos de tener la humildad de aceptar las limitaciones que algunas veces no advertimos cuando estamos volando muy alto. Me parece más que simbólico el hecho de que cuando estamos en éxtasis, miramos hacia arriba, hacia el cielo, hacía el infinito, y que cuando estamos pasándolo muy mal, tendemos a mirar hacia abajo, hacia el suelo, hacia lo finito.

    Rabbi Bunim de Pshischa afirma que todos deberíamos llevar dos papelitos en el bolsillo: uno de ellos con la frase del Talmud «El mundo fue creado por causa de mí», y el otro con las palabras del Génesis «No soy más que polvo y ceniza». Una buena salud mental está comprendida entre ambos mensajes, entre la humildad y la arrogancia.

    Del mismo modo que la síntesis entre la humildad y la arrogancia favorece la salud mental, la combinación de éxtasis y agonía establece una relación saludable con la realidad. El éxtasis me hace sentir invencible; me produce la sensación de que soy el dueño de mi destino, de que creo mi propia realidad.

    Sin embargo, la agonía me rinde vulnerable y pequeño; me hace creer que dependo de mis circunstancias y tengo poco control sobre mi realidad. El éxtasis sólo genera una arrogancia desprendida; el sufrimiento sólo engendra resignación. Las dificultades de la vida nos acercan al medio dorado de Aristóteles.
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    ¿Cuál es la causa del sufrimiento?

    Sufrimos por cómo la naturaleza de nuestra mente se enfrenta a la experiencia. Cuando estamos cansados o padecemos una profunda tristeza, intentamos librarnos de esta experiencia y en esta reacción mental, de rechazar lo desagradable, está la génesis de nuestro sufrimiento.
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    ¿Qué hace Dios frente al dolor y sufrimiento humano?

    INDICE Introducción 1. Perspectiva psicofísica del dolor 2. Naturaleza del dolor 3. Tipos de dolor 4. Distintas actitudes ante el dolor 5. Interpretaciones del dolor 6. Sentido humano del sufrimiento 7. Los límites del sentido humano y la plenitud de la fe cristiana 8.

    Más allá del dolor y el sufrimiento del hombre 9. El valor salvífico del dolor humano 10. Conclusión Bibliografía Notas Introducción La preocupación por el dolor es de gran importancia, por cuanto hoy han disminuido los niveles de tolerancia álgida. Existe mucho miedo al dolor y al sufrimiento. Esto procede de dos raíces principales: por un lado el hedonismo y por otro, los beneficios aportados por la técnica; gracias a los progresos de la anestesia y de la analgesia, el hombre está menos familiarizado con el dolor que sus antecesores, por eso le teme mucho más.

    Surge la algofobia que constituye una verdadera plaga social. Nuestra cultura pretende abaratar el mal y el sufrimiento. Dice Polaino: “estamos en una cultura en la que el sufrir tiene mala prensa. El dolor es hoy un dis-valor” 1 no tenemos motivos para soportarlo, sino medios técnicos para combatirlo.

    Hemos caído en una trampa peligrosa: pensar que somos capaces de erradicarlo, lo cual es imposible. No soportamos el sufrimiento. El miedo o pánico al dolor llega a ser patológico. Se dice que padecemos de analgofilia : aficción desmedida al analgésico; “las virtudes han sido sustituidas por las grageas”.

    La eficacia de los analgésicos nos ha ido ablandando. El sufrimiento se considera un intruso, que quizá desmiente la bondad del Creador y hunde en la desesperación. Se lo ve como una maldición. Se lo hace coincidir con la absurdidad. Por otra parte, se advierte una pérdida del sentido humanizante y trascendente del dolor, lo que urge recuperar, porque se olvida que el dolor tiene una dimensión perfectiva y misteriosa.

    • Huyendo del dolor padecemos doblemente.
    • Según Polaino-Llorente el dolor es una cuestión que interpela a cada persona, El sufrimiento resulta inevitable.
    • Ningún hombre puede zafarse de la experiencia del sufrimiento.
    • De una u otra forma, todos acabamos por ser hombres dolientes,
    • Pero decía el maestro Eckhart que: “la cabalgadura que con más rapidez conduce a la perfección es el sufrimiento” 2 1.

    Perspectiva psicofísica del dolor Sobre este tema la ciencia ha hecho aportes importantes. Aquí solo señalaremos unas pocas consideraciones. El dolor tiene un primer nivel, biológico y físico, donde se manifiesta como reacción a un estímulo sensitivo perjudicial.

    • El dolor es un daño sentido” 3,
    • Toda experiencia dolorosa deja un recuerdo importante, no en cuanto dolor propiamente dicho, sino en tanto que experiencia dolorosa.
    • Esa huella no puede interpretarse como algo innato, sino adquirida; y en tanto que adquirida, puede condicionar determinados tipos de actitudes frente a futuras situaciones dolorosas.

    La experiencia dolorosa es compleja y más rica que la mera sensación de dolor. Existen diversas estructuras físicas responsables del dolor. La corteza cerebral tendría la función de gobernar no sólo la percepción dolorosa, sino también las actitudes, las disposiciones y ciertos comportamientos.

    • La corteza sería la responsable de los aspectos intencionales, cognitivos, concurrentes en el dolor.
    • En suma, el dolor es una señal al servicio de la vida ante lo que representa una amenaza para la misma.2.
    • Naturaleza del dolor El dolor es un acto de la subjetividad, un sentimiento.
    • Santo Tomás señala diesisiete instancias afectivas.

    Dice el Aquinate “los hombres son victimas de muchas deficiencias” 4 porque su fuerza y energía vital son limitadas, todo movimiento vital consume una parte de ellas. San Agustín lo define como un sentimiento que resiste a la división. El dolor corporal intenso, patentiza en nuestra conciencia la unidad substancial de la persona; que se revela contra su disgregación.

    1. Por su parte, Bergson considera al dolor como sensación local impotente.
    2. La tendencia a la huida que provoca el estímulo doloroso está enlazada con la imposibilidad de sustraerme a la realidad dolorosa; el dolor rompe la unidad de la persona.
    3. En un segundo nivel, la experiencia dolorosa es mucho más rica que la mera sensación de dolor.

    Esta última es siempre dolor exterior, causado por un mal que es contrario al cuerpo y percibido por los órganos corporales, mientras que la quiebra y el desgarro íntimo del afligido son dolor interior, o sea sufrimiento. En el sufrimiento o dolor interior, interviene la memoria, la imaginación y la inteligencia.5 3.

    1. Tipos de dolor Freud distingue tres fuentes principales del dolor: 1.
    2. La enfermedad que nos hace descubrir nuestra finitud; 2.
    3. Las agresiones del mundo exterior que nos hacen descubrir nuestra pequeñez e indefensión; 3.
    4. Las relaciones con el prójimo que nos descubre la injusticia.
    5. Por su parte, Scheler señala cuatro estratos en la persona: 1.somático, 2.vital, 3.

    psíquico, 4. espiritual. De acuerdo con estas dimensiones existen cuatro sentimientos fundamentales: sensoriales, corporales y vitales, del Yo y de la persona. El dolor es un sentimiento del primer estrato, sensorial, referido al yo, pero no a la persona.

    Esa sería la diferencia entre dolor y sufrimiento (cuarto estrato). Y no solo por su intensidad, sino por su duración. El sufrimiento devora todas las perspectivas de futuro, la indeterminación de un horizonte sin dolor, afectando a ese estrato espiritual y produciendo tristeza. Santo Tomás señala que la apetencia de placer y el anhelo de unidad o amor es causa del dolor, ya que este es un sentimiento que resiste a la división de resistencia de la voluntad y de la sensibilidad a una fuerza de potencia superior, la misma causa dolor, porque si tal fuerza tuviera la potencia suficiente para transformar el impulso de resistencia volitiva o sensitiva.

    De acuerdo a los autores señalados existen tres especies principales de dolor: dolor corporal, dolor interior y tristeza. Estos corresponden al cuerpo, alma y espíritu.4. Distintas actitudes ante el dolor Para R. Spaemann la pregunta acerca del sentido del sufrimiento es la pregunta acerca de la experiencia de la falta de sentido, pues en esa experiencia consiste el verdadero sufrimiento ¿Qué sentido tiene la experiencia de lo sinsentido? 6 Tenemos miedo al sufrimiento y ese mismo miedo es sufrimiento.

    El temor ante el dolor físico es, con frecuencia, peor que el propio dolor; el miedo ante el sufrimiento es miedo del miedo. El temor ante la muerte no es miedo a estar muerto, sino miedo ante la situación en la que tengo miedo. Es importante distinguir dolor de sufrimiento. Sufrir es un fenómeno complejo.

    El dolor físico, el malestar, la sensación de desagrado, no son desde el principio idéntico al sufrimiento. El sufrimiento no se identifica, sin más, con el dolor físico. Ni con cualquier tipo de malestar. Muchas veces, el temor al dolor hace sufrir mucho más que el propio dolor.

    El sufrimiento, no es un dolo físico o moral, sino un dolor que condena a la pasividad, donde no se puede hacer nada. En el fondo es una situación de impotencia que pide serenidad de aceptación de lo que no se puede cambiar. Hablar del tema sin haber padecido sufrimiento alguno, es lo más parecido a un ciego de nacimiento hablando de los colores.

    Hay un grado moderado de dolor físico que no se puede denominar sufrimiento, sólo tiene un sentido conocido, una función biológica y se acepta sin objeción A partir de un cierto grado de intensidad, el dolor físico se convierte en sufrimiento; nos condena a la pasividad.

    No se acierta a integrar una determinada situación dentro de un contexto de sentido; significa tristeza y pasividad o frustración. La pregunta acerca del sentido del sufrimiento es una pregunta paradójica. Ella misma es expresión de sufrimiento, de ausencia del sentido del actuar. Los amigos de Job, con sus respuestas teóricas, sólo consiguen irritarle.

    Dios no responde a sus preguntas, sino que le hace callar. La sociedad moderna silencia la pregunta sobre el sufrimiento, la suprime. Concentra sus esfuerzos en la evitación y en la disminución del sufrimiento, de manera directa o indirectamente. Existe una actitud que incapacita para soportar el padecer y aumenta con ello el sufrimiento.

    No se enseña a sufrir, como tampoco se enseña a morir. En la antigüedad el sufrimiento desarrollaba su rol. Dicha función hacía posible transformar, hasta cierto punto, el sufrimiento en actividad. Ej. el mendigo no es simplemente un fracasado, sino que desempeña un papel. Lo suyo no es sólo aceptar lo que le dan, no es un mero receptor, sino que él tiene algo que dar: el mendigo promete rezar por aquel que le da algo.

    Por ello, es importante entender que el sufrimiento no es una pura condena a la pasividad.5. Interpretaciones del dolor Son muchas las interpretaciones que se han dado del dolor y del sufrimiento. Recordemos sólo algunas: a) El budismo considera que para anular el sufrimiento tengo que anular la voluntad.

    • A través de la praxis meditativa debe desaparecer el Yo; de este modo, se desvanece el sufrimiento.
    • Se trata de evitar el sufrimiento y no de plantear la pregunta sobre el sentido, porque el sufrimiento es en sí mismo lo sinsentido.
    • B) Schopenhauer tiene una interpretación pesimista: “Toda vida es dolor” 7 Considera la apetencia al placer como carentes de satisfacción.

    El placer y la felicidad son vistos como ausencia del dolor. La felicidad existe cuando impedimos el deseo, evitamos enfrentamientos. Hacerse uno con la naturaleza; se trata de un cosmos estático y determinado. La felicidad consiste en disolver la subjetividad.

    Eliminamos el dolor aniquilando al hombre. c) Nietzsche encarna la interpretación heroica. Dice que el dolor no tiene la última palabra: “el placer es más profundo aún que el sufrimiento” 8 También señala que la causa del dolor es la subjetividad sin correlación real. Pero proclama la superioridad energética de la subjetividad sobre las fuerzas cósmicas.

    Si el dolor supera ciertos límites se rompe la unidad del yo, produciendo la disolución del ser humano y conduciéndolo a la misantropía y al pesimismo. Afirmando el carácter omnipotente y absoluto del propio querer. d) La interpretación dialéctica considera que el dolor es un mal y que se debe evitar a toda costa pero a su vez es un mal que resulta necesario para el incremento y la constitución del bien y por ello es en último término un bien.6.

    Sentido humano del sufrimiento Lo primero que se necesita para sabes qué hacer con el dolor es aceptarlo, como algo que esta ahí, y que tenemos que encarar: es el momento dramático de nuestra existencia. Señala Lewis: “la primera y más humilde operación del dolor destroza la ilusión de que todo marcha bien” 9 Nos pone en situación dramática y eso requiere un modo de expresión.

    Sin embargo:”el que se sobrepone a su dolor, sube más alto” (Holderlin). Quien acepta esa situación convierte el hecho doloroso en una tarea: la de reorganizar la propia vida contando con esa dramática verdad que se ha hecho presente. Así, “La enfermedad me es dada como una tarea; me encuentro con la responsabilidad de lo que voy a hacer con ella” 10 El dolor “es el banco de pruebas de la existencia humana, el fuego de la fragua donde, como los buenos aceros, el hombre se ennoblece y se templa.

    Y, sin embargo, para los hombres frágiles y pusilánimes, el dolor puede ser ocasión del desmoronamiento definitivo.11 Cuando sufro una enfermedad, un ultraje o una desgracia no somos libres de sufrirlos o no, vienen impuestos, pero podemos adoptar ante ellos una actitud positiva o negativa, de aceptación o rechazo.

    En esa libertad radica la posibilidad de enriquecerse con el dolor.12 Sufrir, cuando se transforma en actitud de aceptación es algo que nos hace más libres, por eso, captamos las cosas esenciales; es crecer y madurar. El verdadero resultado del sufrimiento es un proceso de maduración; elevación o purificación.

    Se comprende con luces nuevas, la distinción entre lo verdaderamente importante y lo que no lo es. Yepes dice: “el dolor realiza en nosotros una catarsis, una purificación, no solo corporal, sino espiritual; nos hace menos dependiente de nuestro capricho” 13, El dolor eleva al hombre por encima de sí mismo porque ayuda, le enseña a distanciarse de sus deseos.

    Afirma Lewis: “el efecto redentor del sufrimiento reside básicamente en su propensión a reducir la voluntad insumisa.” 14 El hombre doliente se ennoblece si ha aprendido a ser fuerte para sobrellevar su dolor. Después de los dos momentos anteriores, se puede descubrir el verdadero sentido del dolor: “yo sólo puedo afrontar el sufrimiento, sufrir con sentido, si sufro por un algo o un alguien”.

    El sufrimiento para tener sentido, no puede ser un fin en sí mismo. Para poder afrontarlo, debo trascenderlo:”El sufrimiento dotado de sentido apunta siempre más allá de sí mismo, remite a una causa por la que padecemos. En suma, el sufrimiento con plenitud de sentido es el sacrificio.” 15 Lo que da sentido al dolor es el amor; se aguanta el sufrir cuando se ama.

    La fuerza para sufrir brota de los motivos que se tiene para seguir viviendo. Si estos no existen, no se aguanta una vida dramáticamente dolorosa. La existencia del sufrimiento es un reto a la fe y a la razón. Produce daños; pero podremos hacer algo positivo si se consigue darle sentido a ese mal que se presenta muchas veces como un atentado a la existencia de Dios.

    1. Ni la fe capacita para no sufrir, ni impide la queja inmediata, pues todo sufrimiento lleva consigo el inevitable carácter de inesperado y duro por eso, el mazazo y la rebeldía aparecen irremediablemente en la conciencia del hombre.
    2. Frente al dolor existen actitudes.
    3. Una aceptar el dolor la otra consiste en silenciar o suprimirlo.

    Esto incapacita para padecerlo. Las personas se debilitan. Se trata de atontar a la persona, porque no hay respuesta para sus preguntas. No hay explicación alguna, Se esconde el dolor, la muerte etc.; no se habla de ella. No se enseña a morir y nadie aprende sobre esa realidad.

    Es importante advertir que no se puede imponer el sentido, sino ayudar a encontrarlo. En esto radica la capacidad de consolar cuando es verdadero y no simplemente en la mera repetición de frases hechas. Compartir en silencio, a veces, puede ser lo mejor. Polaino señala que el hombres doliente tiene que plantearse si va a ser feliz o no a pesar de sus sufrimientos.16 Lo primero que tiene que hacer es aceptarse a sí mismo tal como es con los sufrimientos y limitaciones.

    El que ha estado en contacto con el sufrimiento, puede señalar que la persona que sufre, no pide tanto explicaciones racionales, como una actitud empátíca. Lo mismo puede suceder con las consideraciones teológicas, se queja porque no se encuentra sentido.

    1. Se necesita darle sentido porque esa situación forma parte de la vida.
    2. Sólo el sufrimiento con sentido da paz espiritual.
    3. Ante la desgracia siempre sobran las palabras, que nunca podrán compensar la pérdida sufrida.
    4. Todo sufrimiento verdadero se experimenta como ruptura.
    5. El homo doliente dice: tengo el alma destrozada y otras cosas por el estilo.

    En muchos casos el sufrimiento ennoblece, nos hace más dignos. Pero el sufrir desgasta, el dolor duele porque supone poner en juego energías vitales que consumen. Como señalamos, la solución radica en ser capaces de encontrar ese sentido. Pero ha de ser una respuesta real.

    1. Capacidad de aceptar lo imprevisto.
    2. Superar la desesperación porque destroza.
    3. A veces cabe la actitud de echarle la culpa a otro; pero esto no resuelve nada, simplemente se transfiere el problema.
    4. Es importante advertir, por otra parte, que la queja ante Dios por el sufrimiento, se convierte en afirmación de su existencia.

    Ante la realidad del sufrimiento inesperado e hiriente aparece una actitud de queja y de rebeldía ante Dios. Lo que brota del fondo del alma es la pregunta: ¿cómo es posible que Dios permita semejante cosa? ¿Qué sentido tiene las cosas que no quiero, que no he previsto y que me contrarían? pero la queja misma no deja de ser un modo de oración.

    1. Una oración que encierra una protesta y una acusación.
    2. ¿Cuál es la idea que está implicada en esa oración de queja? Dios es infinitamente poderoso e infinitamente bueno.
    3. Si no reconozco eso no lo puedo acusar de nada, puesto que existe el mal, existe Dios.
    4. Lo que hace del mal un enigma torturante es la existencia de Dios.

    Si Dios no existe, no hay ante quien quejarse, ni a quien pedirle cuentas.7. Los límites del sentido humano y la plenitud de la fe cristiana El dolor cuando queda integrado en la vida, nos moldea, nos hace más únicos, más humanos. Lo único que consigue no romper a la persona es que sea capaz de amar de verdad.

    • El amor es un fuerte apoyo del sentido del sufrimiento.
    • Algunos descalifican el sufrimiento como si fuera una maldición.
    • Se hace coincidir el sufrimiento con la absurdidad.
    • Se olvida que el dolor tiene también una dimensión perfectiva.
    • Para alcanzar la felicidad hay que luchar.
    • Hay que buscar la perfección en las entrañas del sufrimiento” 17,

    No se conoce verdaderamente al hombre hasta no saber como se comporta frente al dolor. El mismo es el acontecimiento fundamental para el perfeccionamiento personal. Si mejora y se perfecciona, el dolor ha contribuido a hacer a la persona más feliz. Así, el dolor es una ocasión de la que el hombre puede servirse para alcanzar esa perfección.

    • Ser feliz es elevar al máximo de perfección todas las facultades, especialmente las espirituales; pero hay que olvidar el mal que se está pasando.
    • Por eso, insiste Polaino que es posible autorrealizarse en la experiencia dolorosa, porque el dolor es la ocasión, tanta veces mal aprovechas, para el autoperfeccionamiento personal.8.

    Más allá del dolor y el sufrimiento del hombre Según Polaino el dolor se hace misterio, es el plus del dolor. Ya no alcanzan las explicaciones racionales y a pesar del desarrollo tecnológico y avances de la medicina, el hombre continúa siendo homo patines, el homo doloris de siempre, en su constante peregrinar en busca de explicaciones que casi nunca alcanza.

    Por eso, es preciso pasar de lo natural a lo sobrenatural; se necesita la luz de la fe para ese misterio. En Salvifici doloris nº 4, se indica que el sufrimiento suscita compasión, respeto y a su manea atemoriza. Es un misterio que desgarra la vida, por ello hay que acudir a la fe. Lo superior explica lo inferior, lo absoluto explica lo relativo y lo eterno lo contingente.

    La pasión de Cristo es el marco referencial en el que el hombre doliente puede mirarse, en búsqueda de sentido para su sufrimiento.”Del hombre doliente puede emerger la figura del crucificado” y agrega: “El signo negativo, horizontal de todo dolor humano ha sido plenificado y optimizado con la cruz vertical, positiva, en que murió por nosotros el Hombre doliente” 18,

    1. El cristiano no rehusará el dolor, sino que lo acepta a pesar de los naturales temores que el dolor puede suscitar.
    2. Con el sufrimiento de Cristo se esculpió de una vez por todas en su divino cuerpo el sentido, la referencia obligada de todo sufrimiento humano.
    3. En adelante, el hombre puede no odiar ni evitar ni retorcerse ante el dolor, por escandaloso e intenso que sea, sino que lo amará y agradecerá, por que de él ha brotado la salvación.

    El cuerpo por la acción del dolor vivido con un sentido cristiano se espiritualiza, más aún, se sacraliza y diviniza. La redención pasa por la cruz; la corredención por el dolor. El escándalo del dolor de los inocentes no conduce al absurdo, sino a la glorificación del calvario.

    1. Este sentido del dolor cambia el mismo dolor.
    2. El dolor no es consecuencia del fatum, azar o destino, sino voluntad de Dios, que quiere identificar al hombre doliente con su Hijo”.
    3. La pregunta acerca del sentido del dolor y el sufrimiento va más allá del dolor y el sufrimiento.
    4. El misterio del dolor humano encamina al misterio del amor divino:”Sin el sufrimiento de Cristo es locura tratar de entender el sufrimiento del hombre” 19 El amor de Dios al hombre probado en el sufrimiento ilumína el sentido del su dolor que se muda en amor de Dios y amor a Dios.

    El amor limpia y trasciende el dolor. El sufrimiento abre la vida a un sentido más pleno y la hace más digna. Cristo curó a los enfermos y alivió al hombre en su dolor. Con eso demostró que es bueno combatir el dolor. Pero son su vida y su sufrimiento enseñó a divinizar el dolor.

    Tanto se acercó al sufrimiento que Él mismo se hizo sufrimiento.20 A partir de aquí, el sufrimiento será redimensionado de una forma nueva: el dolor será vinculado al amor. Sufrir no será en adelante, sino amar. El hombre se realiza en tanto que sufre y su sufrimiento se asocia a la cruz. El sufrimiento se transforma en fortaleza salvífica y su miseria en potencia redentora.

    El dolor en la medida en que se une al sufrimiento de Cristo, se colma de valor y se transforma en corredención. Cristo no es un Dios solitario, quiere que lo acompañemos con nuestro dolor en sus sufrimientos y en su tarea redentora. La debilidad del dolor, ni debilita, ni expolia, ni empobrece, sino que enriquece, porque trascendiendo la situación colabora en la salvación de uno y de los demás.

    1. La aparente debilidad del dolor vigoriza al hombre, lo ayuda a vivir en paz y alegría.
    2. El sufrimiento deviene en una nueva realidad transformante.
    3. No todo es luz.
    4. La persona vive en el misterio.
    5. De muchas maneras nos habla Dios al corazón y un lugar privilegiado para escucharle es en el dolor.
    6. El misterio del dolor es un camino por el que los hombres pueden descubrir a Dios, pues el sufrimiento pone en evidencia la indigencia del hombre y la necesidad de Alguien que le comprenda y le quiera.

    Cuando un niño enferma lo primero que desea es el cariño de sus padres. Debemos entender que cuando estamos inmersos en el dolor, Dios es como una madre, puro Amor. No es cierto que Dios envíe el sufrimiento. El sufrimiento es causado por el desorden de las causas segundas, por defectos, por la relación entre las criaturas que chocan entre sí, y en última instancia por el pecado.

    Dios no hizo el dolor ni el sufrimiento, ni la muerte. Al contrario, es como una madre que acompaña, que sabe lo que sufre su hijo, y a quien desea lo mejor a través de esa experiencia, Cristo sufriendo no estaba sólo, estaba en un encuentro amoroso con su Padre. Cuesta entender el sufrimiento en la medida en que no sabemos quién es Dios y quienes somos nosotros y los demás y cómo tratarlos.

    El problema está en nosotros, en nuestra superficialidad. Cuando se sufre con humildad, se puede ir adquiriendo esa sabiduría que advierte lo eterno, porque el sufrimiento es anuncio de lo que está por llegar, aviso de que hay algo que permanece para siempre y, que lo que importa es el amor que se posee.

    Señalamos que hoy se prefiere no pensar en que existen personas que sufren. Una sociedad que solo busca el placer y que huye del dolor como de Dios. Se prefiere vivir de prisa para no tener que pensar. Pero éste es un modo poco realista, porque el sufrimiento es algo muy humano Es bueno descubrir que en el mundo hay otra cara: la cruz, el mundo del sufrimiento.

    El sufrimiento en el plano humano permite ser realista, ayuda a tomar conciencia de que algo no anda bien, ayuda a comprender a los demás, a tener cariño y solidaridad, Pero sobre todo a que nos hagamos la gran pregunta sobre el sentido de nuestra existencia.

    1. Dios espera que miremos hacia arriba.
    2. Dios espera siempre y espera en el dolor.
    3. Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita mediante el dolor: el dolor es un megáfono para despertar a un mudo adormecido.21 Hay que tomar conciencia que el sufrimiento no es una maldición divina sobre los hombres.

    Si hay algo maldito es el pecado; estamos inmersos en el misterio y el misterio del sufrimiento hace relación a otro misterio: el del pecado. Llegamos al misterio del corazón. ¿Cuál es la causa de la felicidad o de la infelicidad? Dios desea que seamos felices y por eso señala unos criterios de felicidad.

    Esos son los Mandamientos y todas las sugerencias que nos hace para que obremos bien. Pero no queremos escucharlo, pero nos habla amorosamente con la palabra de la Cruz: Verbum crucis, Esta es la palabra última, por eso, no es una desgracia encontrase con la Cruz. Ante el sufrimiento ajeno solo cabe mitigarlo.

    Encontrar un sentido al sufrimiento es un verdadero acto de solidaridad con el hombre que sufre. Existe un sufrimiento vicario, que es el de alguien que no es culpable pero se sacrifica y padece por otros. Es el sufrimiento de Cristo y de los mártires.

    Lograr la aceptación del sufrimiento sin la ruptura de la personalidad, permite que la persona pueda amar y trabajar con él; sería la finalidad de una terapia. Para ello es importante la alegría, el sentido del humor, el arte etc. Según V. Frankl no fueron los más fuertes quienes superaron la experiencia de Auschwitz, sino los que tenían un motivo y una esperanza: mujer, hijos, tarea, ideal, Dios, etc., en una palabra, alguien a quien no podían defraudar, abandonándose a una muerte miserable sin dignidad.

    Los que sobrevivieron sabían que, si algo no les aniquilaba, les fortalecía; que si no podía esperar nada de la vida, era cuestión de preguntarse por lo que la vida esperaba de ellos. Para Frankl lo que interesa era el sentido de la vida en su totalidad, que incluía también la muerte; no solamente el sentido de la vida, sino también el sentido del vivir y del morir.

    A este hecho se sumaba una seguridad frente al futuro. La vivencia de esos hombres al regresar a su hogar era que después de todo lo que sufrieron, ya no había nada que temer, excepto a Dios; pero como sabemos, Dios no es objeto de temor sino de confianza absoluta. El dolor es esencial para nuestro progreso espiritual y para nuestro perfeccionamiento interior; hay que saber usarlo para crecer por eso, no hay que desperdiciarlo nunca.

    El ejercicio perfectivo de la libertad no es cosa fácil y la capacidad de sufrir serenamente no es asequible por ensalmo, sino tiene que ser conquistada con esfuerzo creativo o autocreativo. El hombre necesita hacerse a si mismo. En esa tarea uno no está solo.

    Una misma afección puede llevar a la desesperación, se ve todo absurdo o se puede encontrar sentido que me puede hacer crecer. Es como si el dolor abriese una ventana al yo, invitándolo a contemplar lo trascendente. El sufrimiento y las dificultades juegan un papel decisivo para el conocimiento propio.

    Dolor y enfermedad son factores desencadenantes en la construcción de la personalidad, puesto que a través de ellos el hombre se vuelve consciente de lo que tiene que superar. El sufrimiento implica, pues, esfuerzo para no renunciar a sí mismo a pesar del dolor; es avanzar hacia la realización de valores que superan la superficialidad.

    • Es una fuerza de crecimiento interior, aunque el que sufre ya no puede forjar exteriormente el destino, precisamente el sufrimiento le da la posibilidad de superarlo en la propia intimidad.
    • Si tengo alguna enfermedad ella me ha sido dada para que la resuelva; me encuentro ante el problema de qué es lo que voy hacer con ella.

    Holderlin dice: “el que pisa su sufrimiento se eleva”. En este elevarse pisando el propio dolor se adquiere madurez, donde las contradicciones pulen la obra. Las dificultades ejercen un papel insoslayable en la adquisición de un conocimiento realista de si mismo y en la aceptación de las propias limitaciones.

    • Ahora bien, es justo y misericordioso que la reparación del pecado sea mediante el dolor.
    • Dios elige como medio de redención la Cruz.
    • Es la manera más perfecta de redimir a la humanidad.
    • El dolor es el mejor medio de purificación.
    • La cuestión sobre el sentido del sufrimiento es específicamente bíblica, presupone la fe en una ilimitada totalidad de sentido; la fe en que el universo en su conjunto descansa dentro de un contexto de sentido.

    Sólo desde ahí tiene sentido preguntar sobre el sentido del sufrimiento. Tal pregunta se plantea donde se cree en un Dios bueno. Donde se alcanza el límite de nuestra capacidad de obrar, allí nos encontramos con el sufrimiento, cualquier discurso sobre el sentido del sufrimiento sólo tiene plenitud en cuanto discurso sobre el propio sufrimiento.

    En el sufrimiento ajeno sólo hay una llamada a mitigarlo. La verdadera solidaridad es ayudar a encontrar el sentido del sufrimiento. Advirtamos sobre una desviación sobre el dolor. La misma se detiene en la cruz de Cristo en lugar de avanzar hasta su resurrección gloriosa. Existe el peligro de hacer pasar por visión cristiana del sufrimiento, ciertas formas desviadas y lindantes con lo morboso ; se llega a erigir el sufrimiento como valor máximo -dolorismo- El mismo enfermo se encuentra a gusto con su enfermedad.

    El mayor milagro de Lourdes es la serenidad de los que abandonan el lugar sin ser curados. Si Dios puede curarme, debe tener un motivo para no hacerlo. Tal vez no entienda, pero debo aceptar su voluntad. Seguramente que me tiene reservado algo bueno. El sentido del sufrimiento es una paradoja.

    Sólo bajo el presupuesto de que Dios existe y el pecado, puede el sufrimiento cumplir su función. El sentido del sufrimiento es ayudar al que padece a refugiarse en Dios. Señala Juan Pablo II que el dolor no es un castigo inmerecido, sino un inmerecido tesoro. La unión con el sufrimiento de Cristo constituye el culmen de vuestra actitud de fe.9.

    El valor salvífico del dolor humano Escuchemos finalmente a Bruno Forte : en la muerte y resurrección del Hijo, se revela el doble “éxodo” como única posibilidad de dar valor salvífico al dolor humano: la salida de Dios de sí mismo hasta el abajamiento supremo de la Cruz y Su retorno.

    El “éxodo de Dios” del Hijo venido en la carne culmina en el acontecimiento de Su muerte, como lugar del extremo advenimiento del Eterno en la forma de la limitación humana: pero el sufrimiento y la muerte en Cruz son iluminados en su profundidad abisal por el “éxodo hacia Dios” de la resurrección del Hijo encarnado, en que la muerte ha sido engullida por la victoria (cf.1Cor 15,54).

    Entre estos dos éxodos, que rompen el cerco de la existencia de otra manera cerrada en el silencio mortal de la nada, la pasión y la muerte del Hijo del hombre se presentan como el acontecimiento del supremo abandono y de la comunión más grande del Dios venido en la carne, verdadera buena nueva que cambia el mundo y la vida.

    El supremo abandono del Dios crucificado revela de la manera más cruda la experiencia de la infinita caducidad del existir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc.14,34). El grito de la hora nona da testimonio de la fragilidad de los habitantes del tiempo, con quienes el Hijo se ha hecho solidario: llamados de la nada a la vida los seres parecen fajados de la nada, envueltos del silencioso misterio del inicio.

    Ninguna mística del dolor y la muerte podrá superar la parte oscura de todo ello, el aspecto misterioso y dramático del sufrimiento sin aparente retorno. Se sufre y se muere en soledad: la soledad es y queda como el precio siempre presente de la hora suprema: “Mi alma está triste hasta la muerte, permaneced aquí y velad conmigo.

    1. ¿No habéis sido capaces de velar una hora conmigo?.
    2. Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” (Mt.26,38.40; 27,46).
    3. Se muere en el grito que evoca aquel desgarro inicial, como signo de un extremo desgarro, que es anuncio del nacimiento no en menor grado que de la muerte.
    4. En Su abandono el Hijo se ha hecho cercano a la tragedia más profunda, ineludible: desde entonces, ningún hombre que sufre estará nunca más, tan solo como lo estuvo Él.

    Sin embargo, el Crucificado manifiesta también el rostro amoroso del Otro escondido: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc.23,46). Al abandono el Hijo une la comunión con Aquel que le abandona: el Abandonado a la vez se abandona, aceptando en obediencia de amor la voluntad del Padre.

    • A la entrega de Aquel, que no perdona al propio Hijo (cf.
    • Rm 8,32), responde la entrega que el mismo Hijo hace de sí (cf.
    • Gal.2,20): por amor, la Trinidad hace suyo el exilio del mundo, puesto bajo el pecado, para que este exilio se introduzca en Pascua en la patria de la comunión trinitaria.
    • Es así como un misterio de sufrimiento se deja entrever en el abismo de la divinidad: como afirma la Encíclica Dominum et vivificantem de Juan Pablo II, “el Libro sagrado parece dejar entrever un dolor, inconcebible e inexpresable en la ‘profundidad de Dios’ y, en algún sentido, en el corazón mismo de la inefable Trinidad.

    En la ‘profundidad de Dios’ hay un amor de Padre que, ante el pecado del hombre, según el lenguaje bíblico, reacciona hasta el punto de decir: ‘Estoy arrepentido de haber hecho al hombre’. Se tiene así un misterio de amor que es una paradoja: en Cristo sufre un Dios rechazado de la misma criatura.

    pero, al mismo tiempo, desde lo profundo de este sufrimiento el Espíritu trae una nueva medida del don hecho al hombre y a la creación desde el inicio. En lo profundo del misterio de la Cruz actúa el amor” (nn.39 y 41). El sufrimiento divino no es signo de debilidad o limitación como lo es el sufrimiento pasivo, que se sufre porque no hay más remedio: refiriéndose a este tipo de sufrimiento, signo de imperfección y de limitación, el Catecismo de San Pío X afirma que, como Dios, Jesús no podía sufrir; pero en la profundidad divina, hay un sufrimiento de tipo diverso, activo, libremente elegido por amor.

    La Cruz, en cuanto historia trinitaria de Dios, no proclama la blasfemia de una atea muerte de Dios, que deja espacio a la vida del hombre prisionero de su autosuficiencia, sino que la buena nueva de la muerte de Dios, para que el hombre viva de la vida del Dios inmortal en la participación de la comunión trinitaria, resulta posible gracias a aquella muerte.

    Esta muerte en Dios no es de ninguna manera la muerte de Dios que el “loco” de Nietzsche va gritando en las plazas del mundo: ¡no existe ni existirá un tiempo en el que sea posible cantar en verdad el “Requiem aeternam Deo “! El amor trinitario que liga el Abandonante al Abandonado, y en éste al mundo, vencerá la muerte, a pesar de su aparente triunfo.

    El fruto del árbol amargo de la Cruz es la gozosa noticia de Pascua: el Consolador del Crucificado, entregado por Jesús en el momento de morir al Padre, es por éste derramado sobre el Hijo en la resurrección, para que a su vez el Hijo lo derrame sobre toda carne y sea el Consolador de todos los crucificados de la historia, revelando junto a ellos la presencia corroborante y transformadora del Dios cristiano.

    En este sentido, el sufrimiento divino revelado en la Cruz es de verdad la buena noticia: “Si los hombres supieran. –escribe Jacques Maritain – que Dios ‘sufre’ con nosotros y mucho más que nosotros de todo el mal que asola la tierra, sin duda muchas cosas cambiarían, y muchas almas serian liberadas”.

    La “palabra de la Cruz” (1Cor 1,18) llama así de una manera sorprendente al seguimiento: es en la debilidad, en el dolor y en la reprobación del mundo, que encontraremos a Dios. No los esplendores de la grandeza terrena, sino precisamente su contrario, la pequeñez y la ignominia, son el lugar privilegiado de Su presencia entre nosotros, el desierto florido donde Él habla a nuestro corazón.

    1. En la vida de cada criatura humana puede ser reconocida la Cruz del Dios vivo: en el sufrimiento se hace posible abrirse al Dios presente, que se ofrece con nosotros y por nosotros, y transformar el dolor en amor, el sufrir en ofrenda.
    2. La Iglesia y cada uno de los discípulos son llevados entonces a configurarse como el pueblo de la sequela crucis, la comunidad y el individuo “bajo la Cruz”: nada es tan lejano a la imagen del Crucificado como una comunidad tranquila y segura, que fundamente su confianza en los medios mundanos: “La cristiandad establecida donde todos son cristianos, pero en la secreta interioridad, se parece a la Iglesia militante tanto como el silencio de la muerte a la elocuencia de la pasión” ( Kierkegaard ).

    La Iglesia bajo la Cruz es el pueblo de aquellos que, con Cristo y en el Espíritu, se esfuerzan en salir de sí mismos y entrar en la vía dolorosa del amor: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que quiera perder su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará” (Mc 8,34-35 y par.).

    • Quien no toma su cruz y no me sigue, no es digno de mi” (Mt 10,38 y Lc.14,27).
    • El discípulo “deberá completar en su carne lo que falta a la pasión de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col.1,24).
    • La compasión hacia el Crucificado se debe traducir por tanto en la solidaridad hacia los miembros de su cuerpo crucificados en la historia: los discípulos de Jesús dan testimonio de su identidad “perdiéndola”, poniéndola al servicio de los demás para reencontrarla en el único nivel digno de los seguidores del Crucificado: el amor.

    La Cruz revela así la posibilidad de vivir el horizonte más alto como profundísima cercanía: en el dolor de la separación más grande se consuma el fuego del amor, fuerte como la muerte (Cf. Ct.8,6). Es así como el dolor es transformado en amor y llega a ser salvífico, como recuerda Juan Pablo II en la Carta Apostólica Salvifici doloris sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano (11 Febrero 1984): “El sufrimiento humano ha alcanzado su culminación en la pasión de Cristo.

    • Entrando en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido ligado al amor” (n.18).
    • En el dolor ofrecido por amor en unión a Jesús Crucificado, cada uno puede completar en su carne lo que falta a la pasión del Hijo a favor del Cuerpo que es la Iglesia (cf.
    • Col 1,24).
    • Es así, en fin, que se halla la respuesta a la pregunta inevitable: ¿quién podrá vivir como Él, Jesús, la unidad del desgarramiento y del abandono en la hora de la muerte?, ¿quién podrá como el Abandonado, abandonarse en las manos del Padre por amor a los demás? Según la fe del Nuevo Testamento la lejanía y la proximidad en el dolor pueden coincidir gracias a la fuerza del Consolador: “Jesús dice: ‘Todo está cumplido’.

    Y, inclinando la cabeza, entregó el Espíritu” (Jn.19,30). Mientras sostiene al Abandonado en su destino mortal, el Espíritu lo tiene unido a Dios, haciéndole capaz del ofrecimiento supremo: es lo que expresa la iconografía de la “Trinidad en la Cruz”, donde el acontecimiento de la muerte de Crucificado es culto como revelación de la Trinidad.

    El Padre sostiene entre Sus brazos el leño de la Cruz, del que cuelga el Hijo engullido de la muerte, mientras la paloma del Espíritu misteriosamente separa y une el Abandonado y Aquel que lo abandona (piénsese en la Trinidad de Masaccio en Santa Maria Novella en Florencia). Así “la muerte ha sido engullida por la victoria.

    ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?. Demos gracias a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1Cor.15,54s.57). El ofrecimiento divino del dolor hace posible el supremo ofrecimiento de la fe que sufre y la abre a la victoria sobre el dolor y la muerte en cuanto éxodo de la elocuencia silenciosa del amor que muere a la Belleza que transfigurando acoge: el dolor ofrecido con Cristo al Padre llega a ser camino y umbral de la vida, fuente de luz que no se pone, dolor salvífico por la fuerza del amor que lo transforma a partir de la caridad infinita del Dios crucificado.(Pascuas Bruno Forte, Pascua, Arvo Net, 2005) 10.

    • Conclusión La inclusión del dolor y el sufrimiento en la tarea de vivir remite y se resuelve en el sentido de la vida.
    • La fuerza para sufrir brota de los motivos que se tiene para seguir viviendo Si éstos no existen, no se aguanta una vida dramáticamente dolorosa.
    • Y cuando tomamos una postura sobrenatural ante el dolor y el sufrimiento hacemos una experiencia de purificación que nos lleva a madurar y crecer en la fe, la esperanza y el amor.

    Jesucristo con su Redención nos llena de esperanza ante los infortunios que envuelven la vida, porque el creyente camina hacia el cumplimiento de las Bienaventuranzas: “dichosos los que sufren porque ellos serán consolados ” (Mt 5, 3-10). Bibliografía LEWIS, C.S., El problema del dolor, Rialp, Madrid, 1994 SPAEMANN, R., El sentido del sufrimiento, Atlántida, 15, 1993, 322-333 POLAINO, A., Más allá del sufrimiento, en Atlántida, 15, 1993, 302 LAÍN ENTRALGO, P., Antropología médica, Salvat, Barcelona, 1984, 118-130 FRANKL, V.

    El hombre doliente, Herder, Barcelona, 1985 TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologíca, II-II, q.31 YEPES STORK, R., Fundamentos de Antropología, EUNSA, Pamplona 1997 POLO, L., El sentido cristiano del dolor, Pamplona, 1968 POLO, L., Quién es el hombre, Rialp, Madrid, 1993 Notas A. Polaino –Lorente, Más allá del sufrimiento, en Atlántida, 15, 1993, Pág.312 Polaino- Lorente: Manual de Bioética general, Rialp., Madrid, 1994, pág.470 Ricardo Yepes Stork, Fundamentos de Antropología EUNSA, 197, pág.442 S Th II-II,q.31, a.2 R.

    Yepes Stork, ob. cit.p.443 R. Spaemann, El sentido del sufrimiento, Atlántida, 15, 1993, 322-332 A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, Ateneo, Bs. As, 1956, p.56 F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, KSA, 408, ed. Española p.428 C.S. Lewis, El problema del dolor, Rialp, Madrid, 1994,.

    • Pág.: 99 V.
    • Frankl, El hombre doliente, Herder, Barcelona, 1987, p.255 A.
    • Polaino, Mas allá del sufrimiento, ob.
    • Cit.,pág.304 R.
    • Yespes, Fundamentos de Antropología ob. cit.
    • P 448 Ibíd., p.449 C.S.
    • Lewis, ob. cit.
    • Pag.84 Frankl, ob.
    • Cit., p 258 A.
    • Polaino- Lorente, Más allá del sufrimiento, ob.cit., pag.416 Polaino – Lorente, Manual de Bioética, ob.

    cit p.473 Polaino- Lorente, Más allá del sufrimieto, ob, cit.p.475 Polaino- Lorente, Más allá del sufrimiento, ob. cit., pág.476 Ibídem, p.476 C.S. Lewis, El problema del dolor, ob. cit.p.97 ¿Cómo citar esta voz? Sugerimos el siguiente modo de citar, que contiene los datos editoriales necesarios para la atribución de la obra a sus autores y su consulta, tal y como se encontraba en la red en el momento en que fue consultada: LUCERO, Ignacio T., EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO HUMANO, en García, José Juan (director): Enciclopedia de Bioética,
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    ¿Qué dicen los filósofos sobre el sufrimiento?

    Dolor Autor: Juan José Sanguineti Se estudia en esta voz el problema del dolor en una perspectiva filosófica, con algunas referencias teológicas desde el punto de vista de la fe cristiana. El dolor debe considerarse a la luz de la filosofía de la vida y del problema del mal.

    El dolor físico se encuadra dentro de la temática más amplia del sufrimiento. Un apartado está dedicado a sus bases neurofisiológicas. Se toca el tema del dolor animal y el problema teológico del sufrimiento (Dios y el mal). El sentido de los padecimientos humanos depende de la visión metafísica y antropológica que se tenga.

    Según ese sentido, teniendo en cuenta también las reacciones emocionales y personales, surgen las diversas actitudes del hombre ante el problema del dolor, desde la respuesta médica hasta la gestión personal de los sufrimientos propios y ajenos. Esta gestión se basa principalmente en las virtudes, si queremos que el dolor alcance un valor positivo y no destructivo de la vida humana.

    1. Los seres vivientes de alguna manera son fines para sí mismos, porque despliegan espontáneamente una serie de actividades o funciones naturales que tienden a preservarlos, a desarrollarlos hasta un cierto límite y a transmitir su especie.
    2. Para eso utilizan las substancias que encuentran en su ambiente y modulan convenientemente su cuerpo de un modo u otro.

    Llamamos vivir al conjunto unitario de esas funciones y sujeto viviente a su portador. En cierto modo los vivientes no sirven “para nada”, aunque unos son útiles para otros. En definitiva, el vivir es un fin o un bien en sí mismo. Una prueba de que el organismo —la unidad corpórea viviente— es auto-teleológico es que los vivientes, e incluso una sola célula, están siempre amenazados por peligros que pueden obstaculizar sus funciones, como un pájaro no puede volar si sus alas se le paralizan, dando así lugar a lo que llamamos enfermedad, inhabilidad o con otros términos semejantes, que nunca atribuimos a las cosas inanimadas.

    1. Cuando sus funciones cesan completamente, el viviente no sólo se destruye, sino que decimos que muere,
    2. Lo que en los seres inanimados es simple destrucción, en los vivientes es muerte.
    3. Las máquinas son igualmente entidades funcionales.
    4. Sin embargo, no son substancias naturales.
    5. Su unidad teleológica —son útiles, unas partes sirven a otras— les viene de fuera, de la técnica humana.

    Su teleología es tal con relación a la mente humana que las ha construido, las interpreta y las usa. No se enferman, sino que sólo se estropean o se rompen. Vivir bien, llegando a cierta plenitud dentro de los límites de cada especie, es para los vivientes algo bueno.

    No poder hacerlo es malo para ellos. La categoría de “ir bien” o “resultar mal” surge en el universo por primera vez con los vivientes. A un animal puede “irle mal”, mientras no tiene sentido decir, por ejemplo, que “le va mal” a una piedra. El ser viviente actúa, así, como dentro de una polaridad que se extiende entre su bienestar biológico y la posibilidad de que se le presenten defectos anatómicos o funcionales que malogren su vida.

    Dicho de un modo más neto: el mal surge en el universo sólo con la vida. No sólo el mal moral, sino el mal físico, que es real. Obviamente esta polaridad es contextual. Se entiende como relativa a una especie viviente que despliega una praxis propia en un ambiente.

    1. No es un mal físico que un perro no pueda volar, pero sí que no pueda ver.
    2. Los animales son vivientes dotados de cognición y emociones o estados afectivos.
    3. Entre esas dimensiones se da una correspondencia mutua.
    4. Los animales perciben objetos de su entorno y tienen sensaciones corpóreas, en las que su cuerpo, o parte de él, se les auto-presenta de modo vivencial, por ejemplo al sentir la piel o los movimientos somáticos.

    Algunas de las funciones vitales, como la nutrición, cuando son bien efectuadas, se acompañan de una sensación placentera, mientras ciertas disfunciones, aunque no todas, provocan una sensación desagradable o dolorosa. Por ejemplo, no satisfacer el apetito de comer da paso a una sensación de hambre que va siendo cada vez más aguda y que al final puede acabar con la muerte.

    1. Los vivientes cognitivos —animales y seres humanos— tienen al menos las mismas funciones biológicas que los vegetativos, pero con la añadidura de que sienten algunas de ellas, especialmente las relativas a la alimentación y a la sexualidad, y también otras relacionadas con la defensa y la agresión.
    2. Se siente el propio cuerpo animado como un todo y en su dinamismo: el vivir corpóreo mismo.

    Esta auto-sensibilidad está sujeta a una polaridad análoga a la vista arriba sobre el bienestar biológico y sus defectos. Lo bueno biológicamente, que es el ejercicio eficaz de las funciones biológicas, en la vida animal se siente agradablemente. En cambio, lo defectuoso, como la enfermedad o una privación física, se manifiesta en la forma de sensaciones negativas como malestar, dolor, cansancio, lo que en última instancia es la auto-sensación de un cuerpo malogrado.

    1. Aquí hemos presentado en forma esquemática la filosofía de los vivientes según una inspiración aristotélica, válida hoy en sus líneas fundamentales y compatible con las ciencias biológicas.
    2. Estas últimas, sin embargo, no se centran en la consideración de los fines intrínsecos de la vida, como es propio de la filosofía.

    En esta óptica filosófica podemos situar así el tema del dolor dentro del contexto de la vida sensitiva. El panorama de la vida sensible se despliega en torno a estos valores contrapuestos, placer y dolor, correspondientes a lo bueno y lo malo biológicos.

    Esos dos polos no se reducen a meras sensaciones subjetivas, sino que son expresiones del mismo vivir perceptivo/afectivo. La vida cognitiva de por sí es agradable, es decir, el placer forma parte del mismo vivir bueno cognitivo, Pero como la vida animal es contingente, sujeta a enfermedades y lesiones, el dolor aparece como la dimensión afectiva que testimonia su valor de modo negativo.

    Para Aristóteles el dolor sobreviene cuando el sujeto cognitivo padece la privación de un bien natural, Las percepciones y sensaciones son intencionales cuando se refieren a objetos externos. Pero pueden referirse también al mismo sujeto sentiente o a aspectos de su cuerpo, como sucede con las sensaciones de la piel, los músculos, las vísceras.

    El objeto intencional percibido de por sí no es ni agradable ni desagradable, pero el hombre reconoce sus proporciones y belleza y así puede contemplarlo con agrado (o desagrado). En cambio la vivencia del propio cuerpo y de las propias operaciones no se separa de sus resonancias afectivas. El cuerpo cuando está bien y se siente da lugar a una afección agradable, contrapuesta al malestar cuando está mal.

    Pero las respuestas dolorosas de la auto-sensibilidad corpórea no siempre son iguales y no se dan del mismo modo en los diversos ámbitos del cuerpo. Aparecen cuando hay una lesión o una disfunción orgánica, que puede tener diversas causas (traumas, enfermedades, etc.).

    El tipo más común de dolor físico, llamado nociceptivo, nace de estímulos a los nociceptores —terminaciones nerviosas sensibles a estímulos dañinos mecánicos, químicos, térmicos—, propios de la sensibilidad somática en sus diversas vertientes: sensibilidad cutánea o exteroceptiva (la piel), profunda o propioceptiva (muscular, ósea, cinestésica) y visceral o enteroceptiva (tórax, abdomen, etc.),

    A veces la sensibilidad cutánea y la propioceptiva juntas suelen denominarse “somática”, contrapuesta a la “visceral”. Otro tipo de dolor procede de una lesión en los mismos nervios: dolor neuropático (neuralgia, por ejemplo la neuralgia del trigémino),

    • Otra categoría es el dolor psicológico, del que hablaremos más adelante.
    • Los dolores agudos desaparecen al removerse sus causas.
    • Los crónicos persisten largo tiempo e incluso toda la vida.
    • Estos últimos no deben verse sólo como síntoma de una deficiencia orgánica, sino que son como tales una enfermedad.

    El dolor físico anuncia que algo no va bien en el cuerpo. Podemos considerarlo como psicosomático, afectivo, informativo, subjetivo y no propiamente intencional, Su fundamento objetivo es una malformación, disfunción o déficit corporal en los sujetos sentientes (animales y seres humanos): 1.

    1. Es psicosomático porque es propio del cuerpo animado y sensibilizado.
    2. Usamos este término en un sentido filosófico aristotélico, aunque en psicología esta expresión suele indicar los fenómenos psicológicos relacionados con el organismo.
    3. No es del todo correcto considerar el dolor físico como un “acto mental”, como si fuera puramente psíquico.

    En la visión hilemórfica aristotélica el dolor físico es una afección del alma corporalizada, o del cuerpo sensibilizado,2. Es afectivo —los clásicos lo consideraban una pasión o acto del apetito sensible —, aunque como sensación no es ni una emoción ni un sentimiento.

    Lo más justo en este sentido es verlo como una sensación corpórea negativa que denuncia en modo vivo la presencia de un mal físico. En un nivel más alto sí tiene una traducción emocional, como veremos más adelante.3. Es informativo porque no sólo es una sensación del cuerpo, sino que se une a la percepción del miembro o la parte dolorida, con aspectos como la intensidad, la cualidad y la localización.

    Se ha distinguir, por tanto, entre la sensación del dolor y su elaboración perceptiva. Las sensaciones/percepciones del sistema somático (tacto, temperatura, etc.) pueden ser dolorosas (una cosa es sentir calor y otra sentir una quemazón). El dolor informa, en este sentido, sobre algo que sucede en el cuerpo.

    1. Un dolor de muelas informa de un estado de las muelas.
    2. Pero ciertos dolores son difusos o de localización imprecisa, o pueden indicar una lesión en otra parte del cuerpo (dolor “referido”).4.
    3. Es subjetivo porque indica una situación del sujeto y por eso, aunque sea de una parte del cuerpo, afecta al individuo sentiente como un todo subjetivo.5.

    No es intencional en el sentido de que no remite de suyo a algo externo, aunque pueda tener una causa externa, así como un pinchazo en la piel se une a captar el objeto externo que lo causa. Se podría considerar intencional sólo si consideramos su objeto interno al cuerpo, así como el dolor de un dedo tiene por objeto al dedo.

    Por otra parte, una cosa es la sensación dolorosa y otra es su conceptualización y expresión lingüística, lo que de suyo no es doloroso, Podría parecer que lo opuesto al dolor es el placer. Ambas sensaciones pueden tener una vertiente fisiológica y otra psíquica y espiritual (dolor físico y moral como la tristeza; placer físico y gozo espiritual).

    Sin embargo, no son completamente simétricas, pues no existe un sistema somático con terminaciones nerviosas especializadas para el placer físico, análogo a los receptores nociceptivos. El placer físico responde más bien a la realización cumplida de ciertas funciones fisiológicas o a la satisfacción de un deseo o impulso corpóreo que orienta hacia ese cumplimiento, por ejemplo beber cuanto estamos sedientos,

    • Se da, sin embargo, una simetría fenomenológica entre placer y dolor.
    • El alivio del dolor físico es placentero.
    • Y los dolores somáticos no son el único tipo de sensación física negativa.
    • Existen otros malestares físicos, como hambre y sed cuando superan cierto umbral, cansancio, náuseas, mareos, debilidad física, dificultades respiratorias, estados febriles, somnolencia excesiva, zumbidos desagradables en los oídos, etc.

    La oposición más precisa se da entre las sensaciones agradables y desagradables, una de las cuales es el dolor físico, El dolor somático —comprendiendo con este término también los dolores viscerales— suele ser, de todos modos, el primer referente en el que se piensa al hablar del dolor.

    Los dolores somáticos son básicos porque tienen que ver con el cuerpo mismo en su constitución vegetativa y en cuanto lesionado en sus tejidos. A esto responde la definición de la Asociación Internacional para el estudio del Dolor (IASP: International Association for the Study of Pain ), fundada en 1973 y liderada por John Bonica, según la cual el dolor es una “experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño en los tejidos, actual o potencial, o descrita en términos de dicho daño”,

    La IASP se asocia a la revista científica Pain, Es una definición útil, aunque imperfecta, pues hay también dolores físicos no asociados a daños en los tejidos. El dolor y los diversos malestares físicos, fruto de enfermedades, lesiones, traumas, discapacidades, disfuncionalidades, no agota el ámbito de lo desagradable.

    Existen otros malestares que no son propiamente físicos y que surgen cuando algo malo afecta a las capacidades psíquicas o conductuales como tales, o cuando se malogra la relación con sus objetos (percepción, emociones, inteligencia, voluntad, relaciones con los demás, amor, trabajo). El sujeto, al advertir estos males en sí o en otros, sufre.

    Por ejemplo, sentirse incapacitado para leer bien, perder el trabajo, no conseguir algo muy deseado, un fracaso, ser objeto de burlas, ver cómo sufren los seres queridos, etc., provocan un dolor no físico, sino emocional o espiritual, que podríamos llamar genéricamente sufrimiento,

    1. Debido al influjo de nuestra parte espiritual sobre nuestra dimensión corpórea, estos sufrimientos pueden tener repercusiones fisiológicas —hormonales, inmunitarias, cardíacas, etc.— y así provocar daños físicos en el organismo.
    2. El concepto de dolor se amplía, por consiguiente, en la noción de sufrimiento, el cual suele llamarse también simplemente dolor (espiritual, anímico).

    Es una noción compleja, pues puede referirse al dolor físico como tal, como al malestar afectivo que sobreviene al sujeto que padece físicamente, o a los sufrimientos no orgánicos, como vimos, cuando el sujeto no alcanza o pierde un bien no-físico al que aspiraba o debía tener —honra, estima, amor, amigos, dinero—, por muy variadas causas (déficit personal, maldad ajena, circunstancias adversas de la vida).

    1. Etimológicamente “sufrimiento” indica una pasividad —en latín, passio, sustantivo de “padecer”—, algo que el sujeto no causa ni quiere, sino que le sobreviene.
    2. El sufrimiento supone una pasividad vivida negativamente en el plano afectivo.
    3. Es un estado de la conciencia afectiva que percibe dolorosamente un mal en la propia vida y que por tanto es contrario a la voluntad o a los deseos, aunque no absolutamente, porque algunos sufrimientos pueden aceptarse en función de bienes mejores.a.

    El sufrimiento incluye normalmente relaciones con los demás, Uno padece, por ejemplo, al notar que otras personas captan su propio mal. Esto puede ocurrir en diversos sentidos: puede apenarse al ver que otros sufren a causa de sus males porque los ama, o puede sentir vergüenza al verse disminuido y digno de lástima, por autoestima o amor a sí mismo.

    1. El percibir que otro está sufriendo hace sufrir también y esto a diversos niveles.
    2. Por ejemplo, hay personas que se sienten mal al entrar en un hospital, o que no pueden resistir ver una intervención quirúrgica o una herida seria, con mucha sangre, en otros sujetos, aunque sí cabe acostumbrarse a hacerlo poniendo en juego recursos cognitivos y afectivos, y cierto aprendizaje, como necesitan hacerlos los médicos y enfermeros.

    Además, una persona normalmente sufre cuando ve que sufre un ser querido, cosa que se llama compasión —participar en las pasiones dolorosas de los otros—, la cual alcanza un grado más alto en la misericordia, que consiste en dolerse y apiadarse de corazón al ver la miseria ajena, sintiéndola como algo propio.b.

    • La percepción y tolerancia al dolor tiene también aspectos culturales,
    • Según los ambientes (épocas, regiones, etc.), se puede tener mucha resistencia al dolor o a los sufrimientos, casi sin notarlos o no dándoles mucha importancia, o al contrario, ser muy sensibles a ellos, con actitudes de lamento, lloros y poca fortaleza.

    No es la misma la actitud ante el dolor de un médico, un soldado, o en épocas de bienestar, de guerras o de peste. A veces se admiten más fácilmente los lamentos por el dolor, por ejemplo en los niños, y en cambio, en ciertas culturas, el llanto y la poca fortaleza ante el dolor en varones adultos era visto con desaprobación (ambientes machistas “estoicos”).c.

    Tengamos en cuenta, para analizar estos aspectos, los diversos niveles de la persona: 1) vegetativo/sensorial ; 2) perceptivo/emocional ; 3) personal y espiritual ( moral ) que incluye inteligencia, voluntad y sentimientos, Los seres humanos poseemos estos tres niveles. Los animales subhumanos tienen sólo los niveles 1 y 2.

    Las características del nivel 2 no son homogéneas en hombres y animales. El nivel 2 está fuertemente asociado y “transformado” por el 3, y es el puente que permite la repercusión del 3 sobre el 1. El nivel 3, siendo espiritual, se enraíza en el cerebro mediante el nivel 2.

    • Los sufrimientos pueden adscribirse a cada uno de estos niveles en la medida en que no se puedan cumplir debidamente sus operaciones.
    • Esto puede suceder o por deficiencia del sujeto o como consecuencia de un defecto en relación con sus objetos.
    • Así, el que esperaba recibir un premio y no lo recibe sufre a causa de la decisión del jurado, que para el sujeto es parte de su campo intencional perceptivo.

    El sufrimiento suele referirse a la dimensión afectiva o emocional y así puede verse como una emoción o un sentimiento, pero puede considerarse también como un estado negativo de la voluntad. Esquematizando: I) Los dolores físicos corresponden a la vida vegetativa, cuando una lesión se percibe con padecimiento físico.

    1. Estos dolores suelen elaborarse a nivel emotivo y de afectos voluntarios, con una gran variedad de posibilidades, como sufrimiento, desazón, irritación, según el dinamismo que siga la lesión o la enfermedad (causas, tipos, perspectiva de curación, importancia que se le da, etc.).
    2. Hoy en neurociencia se acepta pacíficamente la distinción entre dolor como sensación/percepción y como emoción o sentimiento,

    Sus bases neurales no son las mismas, y el dolor emocional puede separarse del orgánico. Como sensación corpórea el dolor es sólo la otra cara del mal físico u orgánico. Como emoción nace, antropológicamente, del “amor natural” a uno mismo. Captar que el cuerpo está mal hace sufrir porque nos “amamos” naturalmente a nosotros mismos.

    II) Los sufrimientos como emociones son variados: tristeza, ansiedad, congoja, envidia, rabia. Surgen cuando en la vida psíquica y en la conducta sobreviene algo malo, lo que puede suceder también con relación a los demás o al medio ambiente. Estos sufrimientos se dan en algunos animales. Un perro puede caer en la tristeza a causa de la muerte de uno de sus compañeros, o al verse menos preferido que otros por sus dueños.

    En el hombre estos sentimientos están espiritualizados porque se unen a la dimensión afectiva de la voluntad y a la conciencia intelectual, cosa que los hace más intensos y duraderos. III) El sufrimiento puede ser un sentimiento espiritual como tal, concretamente una situación afectiva de la voluntad en relación a los bienes a los que la persona tiende.

    Estos sentimientos suelen “descender”, sin embargo, a la dimensión emotiva propia de las tendencias sensitivas. El hombre puede sufrir porque no ve realizados sus proyectos o porque observa con pena la difusión de la maldad en el mundo. Un sufrimiento especial es la pena que se siente cuando se observa, con sentimiento de rechazo y deseos de reparar, el mal que uno ha causado voluntariamente.

    Se sufre porque se percibe el mal del que uno es culpable y así uno se ve de alguna manera como una “mala persona”. Esta pena emocional se llama arrepentimiento, Si no se asocia a una conversión de la conducta, es un sentimiento triste cerrado en sí mismo.

    1. Las situaciones afectivas que corresponden a lo que llamamos “sufrimientos” son, pues, muy variadas y por eso reciben diversos nombres.
    2. Los nombres suelen ser muy fluidos y a veces se usan como sinónimos o por analogía.
    3. Así, la tristeza es un estado de ánimo bajo a causa de algún mal que ha sobrevenido al sujeto o a algo que él ama: una enfermedad o la de un ser querido, ser aplazado en un examen, etc.

    Otros sentimientos penosos son: angustia (no se le ve salida a una situación negativa), desesperación, pesadumbre, aflicción, ansiedad, disgusto (al ver en otros conductas reprensibles o al ver mal hecho un trabajo), compasión (dolor por el sufrimiento ajeno), nostalgia (por bienes de otros tiempos que no volverán), desilusión (se esperaba demasiado de algo), congoja, desazón, pena, descontento, desasosiego, hastío, desolación, desconsuelo, depresión, infelicidad (tristeza generalizada).d.

    1. Consideremos ahora un tipo de dolores ya mencionado arriba: los dolores psicológicos o funcionales,
    2. Los situamos aquí porque nacen en los niveles altos de la persona —psicológicos y espirituales, especialmente emociones y sentimientos, pero también creencias— y no de lesiones orgánicas.
    3. Suelen originarse de situaciones psíquicas difíciles —estrés, ansiedad, miedo, preocupaciones, inquietudes, urgencias— que el sujeto —su cerebro— traduce inconscientemente en el cuerpo.

    Los dolores psicológicos se sienten en el cuerpo o en alguna de sus partes: típicamente cefaleas, dolores de espalda, dolores abdominales. El sujeto los padece realmente —no los finge ni se los imagina—, con una correspondencia cerebral adecuada, aunque sus órganos están completamente sanos.

    • El dolor psicológico puede basarse también en un dolor orgánico leve, pero psicológicamente amplificado.
    • El fenómeno de los dolores psicológicos es delicado y difícil de diagnosticar, pues exige discernimiento en cada caso.
    • Esto no es sorprendente.
    • Los estados psicológicos afectivos, como los sufrimientos, tienen repercusiones orgánicas, especialmente hormonales y a causa de su comunicación con el sistema nervioso vegetativo.

    Los clásicos ya sabían que las pasiones tenían repercusiones fisiológicas, Situaciones psicológicas especiales —pánico, estrés, ansiedad, nerviosismo, rechazo emocional, tristeza, desengaños, cólera— pueden provocar lesiones cardiovasculares, úlceras, diarreas, dermatitis, pruritos crónicos, tos, irritabilidad en la vejiga, asma, bajas defensas.

    No es extraño entonces que, por causas similares, puedan provocarse espontáneamente dolores en partes del cuerpo. Esto no implica necesariamente una patología psiquiátrica, aunque a veces sí pueden llegar a ser patológicos.e. Los trastornos psiquiátricos en los que aparecen dolores físicos irreales son un caso distinto,

    En los trastornos somatomorfos el sujeto padece una serie de molestias físicas —dolores, náuseas, vértigos— cuya causa es psicológica, no orgánica. Así sucede por ejemplo en el trastorno de somatización, antes llamado síndrome de Briquet o histeria crónica, en el trastorno por dolor y en la hipocondría,

    1. Distinto es el trastorno facticio —o síndrome de Münchhausen—, en el que el paciente finge deliberadamente una enfermedad o incluso se la provoca, sin buscar una utilidad (desea asumir el rol de enfermo).
    2. No es el caso de la simple simulación en la que un individuo busca una ventaja.
    3. En la hipocondría el sujeto se imagina estar enfermo o tiene miedo obsesivo de estarlo (es el caso contemplado en la célebre obra teatral de Molière El enfermo imaginario ).

    Las aprensiones de estar enfermos, con la interpretación exagerada de presuntos síntomas, patológicos o no, pueden a veces proyectarse en otros, especialmente en personas que están bajo el cuidado de uno (por ejemplo la madre en los hijos, la cuidadora en las personas que atiende), creando así situaciones de dependencia psicológica.

    1. A la vista de lo explicado en las páginas precedentes, se comprende cómo el dolor y el sufrimiento constituyen el lado afectivo de la presencia del mal en la vida.
    2. En la perspectiva de los niveles vitales, desde el grado orgánico, pasando por el sensitivo y hasta llegar al espiritual, el sufrimiento se va manifestando en diversas formas, desde su expresión más material, como son los dolores físicos, hasta sus manifestaciones más personales, como son los sufrimientos por los bienes de los que nos vemos privados y el dolor que nos invade cuando vemos sufrir a los seres queridos y en último término a todos los seres humanos (sufrimientos por conflictos familiares, desórdenes sociales, injusticias, guerras, etc.).

    Hemos observado también cómo se da un cierto reflujo entre estos niveles, porque los dolores físicos tienen repercusiones emotivas y, a su vez, los sufrimientos morales, a través de su impacto emotivo, con su radicación cerebral, pueden favorecer u ocasionar algunas enfermedades y dolores físicos, sobre todo si existe una predisposición o porque ya están presentes (la dimensión psicológica puede agudizarlos).

    • Considerado dinámicamente, el dolor físico es una respuesta afectiva, ya desde el mismo nivel táctil, a lo que daña o puede dañar al organismo.
    • Esta respuesta provoca una reacción natural de huida.
    • Lo placentero atrae y se busca, así como lo doloroso actual o potencial repele y se evita,
    • Placer y dolor son las motivaciones básicas de la conducta en su nivel elemental.

    A partir de aquí pueden desarrollarse una serie de dinamismos en los que, siguiendo la “lógica de la vida” que puede entreverse en el dolor, se trata de aprovecharlo y no simplemente de evitarlo, aun sabiendo que la tendencia a eludirlo es natural, Veamos en concreto algunos de estos aspectos.
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